Capítulo 39

1483 Palabras

Aquella confesión la indignó, su ser se llenó de enojo, ¿cómo era posible que su propia madre hubiera intentado quitarle la vida a su hijo? Era indignante, sean cuales sean sus motivos.  Tal vez fue algo difícil entender que iba a ser madre en plena adolescencia, pero no era justificación para odiar tanto a su hijo, a su sangre.  —¡Es una maldita hija de puta! —no pudo evitar exclamar, pues a ella sus padres le habían enseñado el valor de la familia, a amarse y siempre estar unidos.  —¿Qué más da? Su presencia en mi vida no me fue indispensable, mi nana siempre estuvo a mi lado en cada una de mis etapas de mi vida y quisiera seguir teniéndola por mucho tiempo conmigo.  Ella iba a añadir algo pero el mesero llegó con su almuerzo, les sirvió la bebida y luego se retiró.  —No quiero caus

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