Antes de subir al jet ella se acercó al joven que la observaba de pie al lado de su auto, sus manos en sus bolsillos y balanceándose en sus pies. —Fue todo un placer conocerte, Nathan. Pasé unos excelentes días contigo —le acarició la mejilla de forma cariñosa —Cuídate. Él cerró los ojos al sentir su caricia, casi nunca recibía afecto de alguien. —También para mí fue un placer conocerte, Analia. Mi padre tiene tanta suerte al tenerte a su lado, espero poder volver a verte. Ambos se sonrieron con sinceridad. —Hasta luego, Nathan. Se dio la vuelta y caminó hasta el jet, donde su amiga ya la esperaba. Durante todo el viaje se la pasó pensando en lo que haría. —Volvemos al clima helado de Canadá —dijo con desánimo Jazmín, mientras bajaba las escaleras del jet. —Extrañaré el sol