Llegué a las carreras ilegales en mi auto, había pasado por él al apartamento. Aparqué cerca donde se encontraban mis amigos.
Marena, como era costumbre salió a su encuentro y la saludó con efusividad.
—¡Pensé que no vendrías! —exclamó
—Sabes que nunca falto. —miró a los demás y los saludó con la mano —Vuelvo en un momento, voy a inscribirme en la carrera.
Se alejó de ellos y se perdió entre la multitud para ir con Luciano. Este al verla la saludó como siempre.
—¡Que bueno que viniste!
—Como siempre, me gusta venir a ganar dinero fácil —se encogió de hombros —esos idiotas no me dan competencia.
Luciano soltó una carcajada y con ambos brazos señaló a la multitud que había esa noche. Había más gente de lo acostumbrado.
—Sólo mira esta multitud, querida princesa. Se corrieron los rumores que hoy viene un nuevo corredor. —dijo Luciano con gesto divertido.
—Seguro será un novato —dijo ella con indiferencia.
—¡No te lo creas, princesa! Presiento que este te dará guerra, como hacía mucho alguien no lo hacía.
Analia torció el gesto e hizo una mueca.
—El único que me puede ganar es ese tal príncipe de la mafia, el hijo del rey.
Luciano soltó una carcajada y la señaló divertido.
—¡A él nadie le gana! ¡Él es de las grandes ligas! Es una lástima que muy pocas veces se presente en carrera clandestina.
—¿Y qué te hace pensar que yo no lo soy? —preguntó ella mirándolo amenazante.
A veces odiaba tener su identidad oculta, en muchas ocasiones se vio tentada de gritar a los cuatro vientos quien en realidad era ella.
—No te lo tomes a mal, princesa. Pero tú no matarías ni una mosca, eres buena en lo que a correr corresponde.
Se mordió la lengua para no soltarla algo que no debía. Demasiados problemas le había traído a su padre, no podría darle otro.
Se limitó a darse la vuelta y regresar con sus amigos. Pasaron un momento hasta que dieron aviso que las carreras iniciarían.
Analia se había mantenido alerta para ver si veía algo extraño, pero era casi imposible debido a la cantidad de gente.
Ella fue por su Ferrari, cuyo modelo era un LaFerrari Aperta un costosísima auto que su padre le había regalado por su cumpleaños. Fue al lugar de salida habiendo rugir el motor de aquella máquina.
La gente se quedó asombrada al ver a dos autos extremadamente lujosos ir al lugar de salida y colocarse al lado del lujoso Ferrari de la princesa.
Se escucharon gritos eufóricos al oír el nombre de los dos nuevos competidores.
—Escuchen gente, esta será una carrera épica, tres competidores fabulosos. Por un lado tenemos a la indomable princesa, quien conduce un Ferrari Aperta, por otro lado tenemos al nuevo competidor, del cual se desconoce algún dato sobre él, quién conducirá un Bugatti Divi, por último tenemos al ¡Príncipe de la mafia! Si, así como lo oyen al ¡Príncipe de la mafia! Quién conduce el increíble Bugatti "La Voiture Noire".
Una mujer semidesnuda se puso al medio de toda la línea de autos deportivos extremadamente lujosos, con unos banderines en las manos.
Esperó algunos segundos para luego mover los banderines dando por inicio a la competitiva carrera que prometía mucho a la multitud eufórica.
—¡Inicia la corsa!
Por primera vez Analia estaba nerviosa, su hermano estaba en la carrera, era muy obvio que él ganaría. Pero al recordarse de las palabras de Luciano subió la velocidad, dejando atrás a los demás autos y yendo de primera.
Sonrió con satisfacción al sentirse de primera, pero la sonrisa se le borró por completo al ver que era rebasada por el lujoso auto de su hermano y por el Bugatti Divo. Enfureció y luchó para llegar a la par de ellos.
La carrera estaba bastante reñida, ninguno de los tres conductores parecía tener ventaja, en la última vuelta el príncipe parecía tener la ventaja ya que iba en la delantera, la princesa iba de segunda y de tercero iba el nuevo.
Todo apuntaba que el príncipe ganaría, que la princesa quedaría en segundo lugar. Y que el nuevo quedaría en el olvido.
La gente comenzó a vitorear el triunfo del príncipe, estaba a nada de ganar. El conductor misterioso sonrió al ver aquello, ninguno se esperaba que este, tuviera un truco bajo la manga, casi como por arte de magia un auto cruzó la meta, y ese no era ni Damián ni Analia quienes habían cruzado. No se lo habían esperado, lo vieron pasar como una mancha para que luego apareciese delante de ellos cruzando la meta final, coronándose así el ganador que había destronado a aquellos que decían llamarse príncipes.
La gente estaba extasiada por aquello, fueron al encuentro del ganador esperando que este saliera y diera a conocer su rostro más no lo hizo. Luciano llevó el dinero al ganador, pero en representación de aquel aparecieron dos hombres gigantescos, Luciano se los entregó a ellos, ya que anteriormente había recibido indicaciones de que debía hacer si él llegase a ganar.
Los hombres contaron el dinero para luego hacer algo inesperado, lanzaron el dinero a la multitud. Se oyeron los gritos de euforia de la gente y todos se arremolinaron para recoger aquellos billetes.
Analia y Damián observaban todo desde el interior de sus autos.
—Me parece extraño —dijo Analia a su hermano mediante una llamada conectada al auto.
—Pienso lo mismo, y me lleva a deducir que este es el hombre que nos está trayendo problemas.
—¿Andrew Campbell? No creo que sea tan estúpido al venir hasta nuestro territorio y enfrentarnos. No nos ganará.
—Ya lo hizo, Analia. Quiere que juguemos su juego, con esos billetes nos dejó un mensaje. Estoy completamente seguro, y no me extrañaría que sea para ti. Es contigo con quien se quiere casar.
—Lo seguiré —dijo ella al ver que el auto de su supuesto enemigo arrancaba yéndose del lugar.
—No lo hagas, Analia.
Ella ignoró las palabras de su hermano y fue tras el auto. Fue bastante difícil seguirle el paso debido a la multitud aglomerada.
Una vez logró salir observó al Bugatti Divo marcharse a toda velocidad siendo escoltado por numerosas Suburban negras.
Se detuvo y golpeó el volante llena de rabia al ver marcharse aquel auto. Se bajó del auto y sacó uña cajetilla de cigarros, estaba dispuesta a fumar uno cuando distinguió un billete pegado en la parte trasera de su coche.
Lo tomó y se dio cuenta de la nota que llevaba aquel billete. Lo leyó despacio y con curiosidad.
Eres astuta pero no lo suficiente, para llegar a mi tendrás que esforzarte más.
Eso la hizo enfurecer más, ahora ya no le quedaban dudas de que aquel corredor era Andrew Campbell.
Levantó la vista y miró al auto de su hermano detenerse justo a su lado, bajó la ventanilla del copiloto.
—¿Qué sucedió? ¿Lo seguiste?
—Lo hice, pero cuando salió una carabina lo estaba esperando. No podía arriesgarme a ir tras él.
—Es muy astuto. —dijo Damián frunciendo el ceño al ver el billete que su hermana sostenía.
Analia observó un billete pegado en el auto de su hermano, lo despegó y lo pasó a él.
—A parecer también te dejaron una nota —dijo ella alcanzando su billete.
Damián mantuvo una expresión neutra mientras leía aquel papel.
—Todo tiene su secreto, la mafia está llena de ellos, y el suyo acaba de ser revelado. —leyó en voz alta Damián.
—¿Qué crees que signifique?
—No lo sé. Pero será algo bastante grande lo que se viene, estoy seguro de ello.