(Narra Annie Rowan) ― Déjame verlo otra vez. ― Ana tomó el teléfono y se mordió los labios mientras miraba la foto de Dante, hacía zoom y emitía sonidos extraños. ― ¡Oye! ― Grité y le arrebaté el teléfono de las manos, para llevármelo a mi pecho, donde lo apreté con ambas manos. Quería proteger a la foto de mi novio de esas miradas lascivas. ― ¡Annie, eres una perra! ― Me dijo Ana, pero no fue un insulto. Ya que se le veía esa sonrisa de diversión y satisfacción en el rostro. ― Perra no, Perrísima. ― Completó Clara. ― ¿Cómo lo haces? ― Me dijo Rachel aún sentada en su lugar. ― ¿Hacer qué? ― Pregunté y me deje caer sobre mi silla. ― Atraer hombres tan…Guapos. ― Y deliciosos. ― Ana habló y por un momento su voz salió algo maquiavélica. Lo que provocó la risa estridente de todas. Algo