(Narra Cordelia)
― ¡Tendrás que hacer todo desde el principio! ― Me reprendió mi madre al verme entrar por la puerta, Oberón a mi lado se había esfumado por completo.
― Lo siento, madre. ― Bajé el rostro, ella estaba de espaldas y cortaba zanahorias sobre la mesa. ― ¿Se ha echado a perder?
― Sí. ― Me dijo sin girarse, ladeó la cabeza y señaló un cuenco grande con una tela cubriéndolo.
Me acerqué, retiré la tela y miré con tristeza la pobre masa que se había descompuesto, era mi intento para un pastel especial de arroz y canela. Mamá me había advertido que era una masa delicada y que si no cuidaba el tiempo para que levara, esta se descompondría.
― Que desastre. ― Admití con vergüenza.
― Yo te advertí, Cordelia. Y te dije que no iba a cuidar tu trabajo.
― Lo sé. ― Saqué el cuenco
