(Narra Cordelia) ― ¡No! ― Un grito desgarrador me sacó de mis pensamientos. La esposa de Wilhelm hizo que la atención de los presentes se centrara en el cuerpo colgante, que aún hacía mecer con suavidad la gran campana dorada. Pensé que era buena idea que su cuerpo callera, al hacerlo mi mano se movió de forma involuntaria y como arte de magia, la soga se rompió, dejando caer el cuerpo sobre los presentes. Hubo más gritos y de mí solo salió una gran carcajada. Me reí tanto como pude, mirando a todos correr por la iglesia. Wilhelm estaba muerto al fin. Joanna apareció junto con otras personas, muchos estaba llorando, incluso de rodillas mientras clamaban a Dios, por ayuda. ― Ilusos. ― Les dije desde arriba, mirando a todos sufrir desconsolados. ― Dios no responderá a sus plegarias, jamá

