Ella sonrió, consiguiendo así que él sonriera también. —Un placer conocerte, Cameron… Todo era mágico, hasta que… —¡Cameron Price! Ella dio un respingo, sin evitar asustarse al oír como era llamada de esa manera. Por suerte, la mano de Pablo, fue suficiente como para mantenerla firme en su sitio. Dio un profundo respiro y giró para observar a su madre, quien la esperaba pacientemente en la entrada del edificio. Hizo una mueca involuntaria al ver a sus amigos tras ella, con expresiones de completa derrota. Bueno, parecía que su estrategia se había venido abajo ante la determinación fiera de su madre. Una vez más no pudo evitar preguntarse por la falta de carácter que al parecer ninguna otra mujer que conocía tenía, solo ella. —Eh… madre… —llamó, sin saber bien qué decir. ¿Cómo e