Para Tyler y Marlon, las chicas eran complicadas por un sólo motivo: cuando se les metía algo en la cabeza, no había formas de hacerlas cambiar de opinión. Olvidaban por completo la lógica y la razón, dejándose llevar por sus sentimientos como si de pronto nada más importara que ver realizado lo que deseaban. Podían incluso armar una guerra por el asunto más pequeño. Se volvían locas, exageradas y melodramáticas, y cualquier pequeña opinión desataba el llanto incontenible. Porque para ellas los hombres eran los "insensibles" y los "idiotas que jamás escuchaban". Y eso, en opinión de aquellos chicos, era realmente un problema. —Amanda, esto es una tontería. —No seas así, hombre de poca fe —le replicó ella, con un pequeño mohín. Tyler rodó sus ojos, aunque no se atrevió a decir nada m