Enzo Fauré
Miro a Aenes con atención esperando una explicación pero no dice nada por más que sabe que estoy al borde de la paciencia.
— Aenes, creo que aceptar ser la seguridad de ambas familias es muy peligroso — repito.
— Has visto a Andreus, el no dejará lo de los Dabría, por alguna razón quiere que aceptemos ser su seguridad.
— Y por alguna razón pasa lo mismo contigo pero con la familia Carter, no lo puedes culpar cuando prácticamente estás siendo igual que el, exijo saber porque, es grave sabiendo que ambas familias están en contra de otros, sabes que este trabajo no requiere solo de seguridad sino de discreción y si una de las familias dice algo que perjudique a la otra, esto podría ser muy peligroso.
— Somos una agencia de seguridad, nuestra obligación es aceptar proteger cada persona que solicité nuestro servicio — espeta Aenes.
— Este caso es diferente y tú lo sabes, si los Dabría o los Carter deciden atacarse entre ellos y la información llega a nuestros oídos ¿Que haremos? Ellos no están solicitando cualquier servicio, sino el nuestro ¿Por qué crees que Andreus está ahora mismo protegiendo a Kayda?
Aenes casi me quiere atravesar con la mirada pero no puede, la mía impone tanto como la suya. Es por ellos que Andreus está ahí, ninguno se deja dominar por el otro en nuestras decisiones y acciones.
• • •
Camino por el hospital observando la cantidad de seguridad que rodea el lugar, he tenido que mostrar mi identificación para poder ingresar al jodido hospital, miro a unos cuantos que reconozco y me reconocen, Andreus está saliendo de la habitación de la que supongo se encuentra Kayda, camino hacia el y hacia mi.
— ¿Que sucede aquí? — pregunto con poco deseo de hablar.
Andreus tiene una mirada asesina, llena de ira, la seguridad se moviliza, uno de los hombres de Andreus giro a verlo y él le da la señal que proceda.
— Intentaron matar a Kayda frente a mis propias narices.
Frunzo las cejas dando una inspección a mi alrededor sin poder creer lo que escucho.
— ¿Aquí? ¿El maldito hospital?
— Si, casi la perdemos.
— Supongo que se encuentra estable ¿No es así?
— Si, solo he tenido que aumentar la seguridad, estamos investigando al personal y a las personas que entraron y salieron en las últimas horas.
— ¿Por qué no cerraste el hospital?
Andreus sonríe sin gracia, es una sonrisa fría y amarga que podría hacer temblar a cualquiera que no lo conozca, esto hace parecer que mi pregunta es estúpida, lo miro sin inmutarme ya que sigue siendo una duda.
— Hay alguien detrás de esto, alguien de "arriba" el director del hospital no lo permitió.
Esto es más complicado de lo que imagine.
— ¿Dónde está el ahora mismo? ¿Porque no nos contactaste?
— Quiero decir que he despedido pero aún no me puedo contactar con los dueños, el señor Iván Dabría ya está en eso.
— ¿Dónde está el? Debemos hablar sobre esto.
— Hablando con sus contactos, se desapareció en menos de nada cuando esto paso, la única que se encontraba aquí era la madre de Kayda, ahora mismo no sé dónde se encuentra — aclara — estuvo algo raro, le faltaba el aire cuando ví lo que se transmitia y luego era como que no estará.
— Era de esperar, algo como eso a cualquiera afecta pero lo de desaparecer no me cuadra ¿No debería estará acá?
su teléfono vibra mientras hablo y el observa lo que aparece en su pantalla.
— Espera, los hombres que le puse para que lo cuiden están con el, parece que fue algo a su empresa porque es ahí donde se dirigen.
— ¿A su empresa? ¿Y la dama en apuros?
— Su madre está con ella, no se le ha despegado y no deja que nadie extraño se le acerque demasiado.
— Deberíamos hablar con ella — comento observando mi reloj — tengo tiempo.
— Sería el colmo sino.
Lo ignoro mientras comienzo a caminar hacia la habitación, el hombre que estaba con Andreus me guía, toca la puerta de la habitación y luego la abre por mi, Andreus viene atrás pero sigue de recorrido a su equipo de seguridad, el detective se pone a mi lado aclarandose la garganta para llamar la atención de la madre de Kayda, la mujer de cabello rubio oscuro me mira y luego al detective, es hermosa, estatura promedio, delgada y elegante, se ve joven a pesar de la edad que se que tiene, sus ojos son muy apagados y en este momento están cristalizados.
— Señora Dabria, el es Enzo Faure...
— Un gusto señora Dabria, soy Enzo Faure, ingeniero en informática y detective de la organización Wagner, estoy enterado de lo que sucedió recientemente, me gustaría hablar con usted unos breves minutos.
El detective da un ligero asentimiento de cabeza antes de retirarse, miro a la mujer que me analiza con precaución.
— Soy Anny Dabria, un gusto — mira a quien considero es su hija, se inclina a darle un beso en la frente y se acerca a mi lado señalando la pequeña sala con dos sofás individuales y uno grande, ella se sienta en el individual y hago lo mismo.
— Un gusto.
— ¿Que es lo que desea saber? — su voz es firme a pesar de ser muy baja y delicada.
Me mira con suma atención.
— Me gustaria saber si ha habido algo similar a la invasión de la noticia en todos los dispositivos y usuarios en su casa, si paso algo similar o extraño en sus dispositivos, comí también me gustaría poder analizar el suyo.
Ella toma su cartera y me pasa su celular sin problema como si mi petición fuera nada.
— No había visto nada anormal en mi casa con algún dispositivo hasta que paso estos sucesos fuera de lo normal, usted entiende, a veces habían apagones transcurrentes, algo extraño porque en los años que había vivido ahí no había ocurrido algo similar, también me llegaron mensajes raros a mi celular que se eliminaban automáticamente.
— ¿Cómo cuáles mensajes? — pregunto interesado.
— "Muerte a las zorras Dabria" "Una hija tan puta como la madre" "Solo son perras con trajes elegantes" evidentemente, las palabras favoritas de quién enviaba esto eran como "Puta" "Zorra" y "Perra" aunque algunas raras veces utilizo la frase "Ambiciosas de mierda" para referirse a nosotras — siento como las palabras le hierven la sangre y le hacen sentir incómoda.
— ¿Su hija o esposo lo sabían?
— Si, a Kayda le llegaban más mensajes similares, siempre de diferentes números, nunca coincidió algún número pero con Kayda estos mensajes eran más recurrentes e intensos — explica tensa.
Parece que recordar los sucesos le desagradan.
— ¿Y a su esposo?
— Le llegó unos mensajes, solo Kayda los vio, han tratado de mantenerme fuera de eso así que no se que decían, a mi esposo e hija no les gusta que me altere, tengo ataques de ansiedad algunas veces y ellos siempre buscan evitar esos sucesos, he mejorado mucho y no desean recaiga.
— ¿A qué se deben esos ataques?
— Pánico... La muerte de familia — explica dejandome de ver.
Su mirada se pierde en un punto oscuro y vacío, asiento con la cabeza sin opinar algo más.
— Está bien, estaré analizando su celular ¿Tiene alguna contraseña?
— La fecha de nacimiento de Kayda, 21082024.
Escribo la contraseña mientras la dice y es esa, la imagen de fondo de pantalla es de su hija, Kayda, lo primero que veo son sus intensos ojos grises y luego sus labios, son esponjosos, un rosa pastel entre tomo naranja, su nariz pequeña y respingada, su perfecto cabello rubio cae liso al inicio y al final en perfectas ondas, bloqueo el celular ignorando la sensación que me provoca esta mujer.
— Me llevará unos días — digo guardando el celular en una bolsa plástica y luego en mi maletín — su privacidad estará segura conmigo.
Ella sonríe fríamente.
— No tengo nada que necesite ocultar joven Faure, así que no se preocupe, solo agradeceré haga un respaldo de mis fotos, no quiero perder ni una sola — ella se levanta y la puerta se abre.
Observó a Andreus y a quien reconozco como el director del hospital, la señora Dabria le sonríe al hombre y Andreus habla.
— El director nos ayudará con el peros al médico que se seleccionará exclusivamente para la señorita Kayda — explica.
— ¿Es en serio? — pregunta la señora Dabria acercándose al hombre.
— Si ¿Cómo te encuentras?
Miro a Andreus que se acerca a mi y me hace una seña sigilosa para que no hable.
— No lo sabría decir, Kayda no está muy bien y...
— Mi personal ya me lo hizo saber, te ves algo cansada no crees que deberías comer algo o dormir... ¿Has comido? — a señora Dabria trata de decir algo que al igual que el hombre siento es una mentira — no mientas, vamos por un café.
— No la quiero dejar sola...
— Señora Dabria, me gustaría que nos deje un momento a solas con la señorita Kayda, debemos analizar la habitación, buscar algo que sea de riesgo para ella.
Ella trata de negarse pero el director la convence y terminan retirándose. Por alguna razón cuando lo hace me veo atraído hacia la dama en apuros.
— ¿Que te dijo? — pregunta Andreus cuando se cierra la puerta.
— ¿Fui el único que se sintió raro con la interacción de esos dos? — interrogó sintiendo un aire sofocante conforme me acerco.
Me siento fuera de mi elemento cuando quedó a poco centímetros de ella, cabello rubio, natural, algo largo, frente pequeña, cejas finas y pobladas, pestañas largas que descansan en sus pomulos, nariz fina y pequeña, con esa curva perfecta, pómulos altos y unos labios construidos por el perfecto arco de cupido, un delicado rostro en forma de corazón con mandíbula marcada pero facciones delicadas.
El corazón se me acelera y partes de mi cuerpo reaccionan de una forma no propia por una mujer postrada en una cama de hospital, me tenso cuando se mueve pero no es nada a cuando abre los ojos deslumbrandome con ese iris gris grisáceo y abriendo sus perfectos labios para hablar y dejarme fuera de lugar.
— ¿Enzo?