Al día siguiente: 3 de abril Durante toda la noche de anoche, no he podido dejar de pensar en todo lo que Yana y yo hemos conversado. Sé perfectamente que soy un tipo estructurado y que cada vez que hay algo que llega a irrumpir con mi rutina me acobardo al punto que decido quedarme quieto hasta no saber exactamente qué hacer y cuáles serán las consecuencias de esa decisión. Sin embargo, Yana me está haciendo ver que puede haber lugar para la improvisación y que el resultado no tiene que ser necesariamente malo. Estoy completamente concentrado revisando las posibles rutas para regresar a Francia pasando de ser percibidos, cuando de pronto siento sus manos sobre mis hombros desde atrás del sofá. Volteo para mirarla y la sonrisa que tiene tatuada en su rostro la delata —Hola— Dice en un t