Después de un poco más de dos horas de recorrido, y con ella completamente dormida en el asiento del acompañante, estaciono el auto en el estacionamiento del hotel donde nos hospedaremos por esta noche. Apago el auto, me desabrocho el cinturón de seguridad, y me acerco a ella —Preciosa, hemos llegado— Le digo bajito y muevo su cabello a un lado para besar su cuello —Yana, amor…— Insisto y finalmente abre sus ojos. Completamente desorientada, mira a su alrededor y luego me mira —¿Ya estamos en el hotel?— Pregunta confundida y asiento. —Si, ya llegamos, es tarde— Le dejo saber y sonríe. —Falle como copiloto— Bromea y se desabrocha el cinturón. —Para nada, solo necesito que me hagas un favor— Le pido mientras que se va acomodando para bajarnos. —¿Qué?— Inquiere confundida y acomodo su pe