En aquella cama, tal vez cumplimos una de aquellas fantasías que una pareja puede tener; verse mientras que hacen el amor de la manera más pasional posible. Claro que fue increíblemente erótico, pero con ella siempre hay mucho más allá del sexo como tal. Con Yana siento que le entrego una parte de mi cuando le hago el amor, y eso no me había pasado nunca. Ahora la tengo aquí acomodada entre mis piernas en este jacuzzi, y su espalda pegada a mi pecho. Me siento en las nubes con su cabeza apoyada entre mi torso y mi hombro, y ni hablar de mis brazos amarrados a ella justo debajo de sus pechos.
—¿En qué piensas?— Le pregunto rompiendo el silencio.
La veo sonreír, y beso su cuello —En que me haces feliz, nunca me sentí así con nadie. Me quedaría toda mi vida amarrada a tus brazos— Me confies
