Me encantaría tener la voluntad para no responder a su beso, pero es imposible. Su boca es la perdición en vida y su forma de atraparme con sus manos a la altura de mi cuello hace que las cosas sean más difíciles. Mis brazos rodean su silueta y tal y como si fuera una coreografía, nuestros cuerpo se mueven hasta que sus caderas chocan con la encimera del lado opuesto al que estábamos. Sonrió sobre sus labios y hago una breve pausa —¿Qué estamos haciendo?— Le pregunto agitado y sus ojos color cielo me miran fijamente. —Lo que nos nace— Responde firme. —Esto esta muy mal— Murmuro tratando de mantener la cordura. —¿Por qué? Somos un hombre y una mujer que se atraen— Expresa y sin que ella se lo espere, mis manos recorren su perfil mientras que me agacho un poco para después sujetarla de l