Mis manos acarician el perfil de su cuerpo mientras que no seguimos besando como si el mundo fuera a terminarse esta noche. Siento sus manos enredadas en mi cabello y la manera que su cuerpo se mueve sobre el mío provocándome de maneras infinitas. Todo se siente más fuerte tal y como si mi piel la hubiese estado esperando toda la vida y no puedo más que levantar la tela de su camisón. Lo hago lento, como disfrutando del instante y escucho como su respiración se agita cada vez más cuando llego al costado de sus pechos. Continúo moviendo la tela hasta que nos vemos obligados a pausar nuestro beso para que ella levante sus brazos y así termine de quitarle la ropa. La miro a los ojos y sonreímos cómplices —Eres una escultura de mujer— Comento maravillado por sentirla así y sonríe. —Y tú ere