JOSHUA Me pegué a mi teléfono como un c*****o, sobre todo el sábado. Me desperté muy temprano y dejé a Hannah en mi cama mientras revisaba una y otra vez que no me hubiera llamado y no me hubiera dado ni cuenta. Cuando ella se despertó intentó relajarme con un masaje, pero no funcionó. —Me voy, he quedado con las chicas para desayunar —me dijo, y me besó la frente y los labios antes de calzarse sus zapatillas—. ¿Estás bien? Levanté la cabeza y Hannah me sonrió revolviéndome el pelo. —Estoy nervioso de la hostia —confesé. Ni siquiera ella me podía quitar eso. —Son las nueve de la mañana, cariño, de un sábado. Relájate, por que mires tanto el móvil no te van a llamar antes. Tenía razón, pero no lo podía evitar. —Te llamaré con lo que sea —le aseguré, y alargué la mano hasta al