Eren quería quedarse fundido en aquel abrazo con Lissana, deseaba que el tiempo se detuviera en aquel preciso instante y que ella no se fuera nunca, que permanecieran de aquella manera para siempre. — Soy más egoísta de lo que pensaba. Le susurro al oído mientras deshacía su abrazo con gran esfuerzo. — En verdad no quiero que te vayas. — Volveré. Esas fueron las únicas palabras que pudo pronunciar, ya que su corazón luchaba por decir que se quedaría y su mente lo contradecía, diciendo que esos sentimientos no eran reales, que tal y como lo había mencionado Eren, todo era obra del vínculo que los unía. — Hasta pronto, Lissana. — Hasta pronto. Lissana dio media vuelta y cruzó la entrada del palacio. Dantriel los había visto, aunque había mantenido su distancia hasta que Lissana se