Al llegar a la puerta de la habitación de los guardianes, Lissana no pudo evitar sentirse nerviosa, a pesar de que su legado era ser una guardiana, ella nunca se había atrevido a cruzar aquellas puertas, siempre había tenido cierto miedo. Su padre parecía percatarse de su temor, él extendió su mano hacia ella y le dijo. — No tienes nada de qué temer, yo estaré a tu lado. Lissana tomó la mano de su padre sin duda, aún cuando aquello la hiciera ver infantil. Alessandro miró a Uzziel y preguntó. — Tú también necesitas que te dé la mano. — Es la primera vez que Lissana entra a la habitación de los guardianes, no la mía, mi padre ya me ha traído varias veces. — Es verdad, solías visitarme seguido cuando me encontraba del otro lado. Uzziel camino a paso rápido, puso su