Uzziel acompañó a Fara a una sala de estar, mientras las sirvientas preparaban su habitación. Él se comportaba de manera normal, como si nada hubiera pasado, como si el beso que le había dado la noche anterior nunca hubiera pasado. Mientras Uzziel llevaba una taza de té a los labios, ella no pudo evitar pensar en ese beso, en la dulzura y suavidad de los labios que la habían besado. — Espero que puedas quedarte durante algunos días con nosotros. Las mejillas de Fara se tiñeron de rojo al darse cuenta de sus pensamientos. Ella dio un largo trago a su taza de té. — ¿Estás bien? — Si, ¿Que decias? — Decía que puedes quedarte unos días con nosotros, ¿Si te parece bien? — Hum… supongo que podría quedarme unos días más. — ¿Ya habías estado en la capital real? — No, mi padre nunca me dej