Natalie Abrí la puerta, con cuidado. Me sentí agobiada y necesitaba un consejo, una bofetada, algo que me hiciera reaccionar y decidir lo que haría ahora que se sabía todo. Me sentía autónoma, perdida y sobre todo, aterrada. —Chris, ¿estás? —llamé dudosa. Entré al cuarto sólo para toparme a Adam justo frente a mí, ordenando un juego de ajedrez. De inmediato, deduje que Chris no se encontraba. —¿Natalie? —llamó él, mirándome con curiosidad. —L-Lo siento —me disculpé, retrocediendo para marcharme. —Espera —pidió él, al verme a los ojos—. ¿Qué sucede? ¿Estás bien? Le sonreí, totalmente destrozada. Claro que no estaba bien, nada en mi vida estaba bien. —No —admití en voz alta—. No sé qué hacer con mi vida. Me vine abajo tratando de no sollozar y él me consoló, sentándome en uno de