—¿H-Has pensado en hacerlo…? —pregunté, nerviosa—. ¿O sólo sentiste que debías? —Yo sentí que debía… —contestó, adolorido. Volvió a acercarse—. No, es más, yo deseé hacerlo, yo deseé besarte sólo a ti… —su mirada mezcló confusión, provocando que se hiciera aún más profunda—. ¿P-por qué? Llevo semanas queriendo hacerlo, pero es porque… porque… —Tranquilo… —susurré, con voz suave para calmarlo—. Supongo que para nosotros es normal esto. Y al decirlo, tomé su mano, intentando mostrarle a que me refería. Él me miró por algunos segundos, antes de reaccionar. —¿Acaso nosotros salimos? —susurró, sorprendido, mientras yo asentía—. ¿Y-Y está bien lo que hacemos? —preguntó, preocupado. Entonces, de la nada, miró hacia mi estómago—. ¿Por casualidad no estás…? —¡Sólo estoy algo subida de peso! —a