Ethan Era la fiesta donde iban a anunciarme como protegido de los Thompson o en otras palabras, presentarme a la sociedad… por más ridículo que eso sonara. Adam nos había encerrado a Natalie y a mí en un cuarto y nos habíamos emocionado demasiado, hasta que vimos entrar a Chris, siendo prácticamente empujado hacia mi cuarto. —Odio esto —murmuró el pelinegro, de brazos cruzados. —Bienvenido a la cárcel —reí con maldad. —¿Dónde demonios contratan a esos sirvientes? —se quejó mi amigo, acercándose a la puerta. Intentó abrirla y masculló una maldición, al notar que estaba cerrada—. Es como una ninja, ni siquiera la sentí entrar a mi cuarto. —Hay algunas que vienen de lugares muy, muy remotos… —respondió Natalie con calma—. Incluso algunas vivían acá, antes de que llegáramos. —Algún día