El contrato

1177 Palabras
Capítulo 4 Lisseth Fernanda Ha pasado un mes, desde aquella fatídica tarde en que mi mundo se vino abajo, después de lo sucedido me convertí en otra persona, vacía y sin un motivo real por el cual vivir, me muevo por inercia, soy como una sombra de lo que fui, la mujer que era antes dejó de existir. Suspiro… Me encuentro buscando algo para comer, cuando tocaron el timbre, se me hizo muy raro, puesto que nadie viene a verme a esta hora, así que fui a abrir y cuando abrí la puerta lo vi, quise cerrarla en su maldita cara, pero me fue imposible porque puso su pie y la empujó. No dijo nada y solo entró. Lo miraba con irritación, no soporto verlo, lo odio, lo odio por todo el daño que me hizo. —¡¿Qué demonios haces aquí?! —Exclamé con desprecio. No me respondió, más bien se metió al departamento como si fuera suyo. Me volteó a ver con seriedad y me dijo. —Vengo porque Esteban está detenido por fraude a la empresa, lo están acusando de haber robado millones y lo puso supuestamente en una cuenta en Suiza —¿Qué? No, no puede ser, me niego a aceptarlo, mi padre no es un estafador, jamás haría algo tan bajo como eso. Siento que me falta el aire, siento que me voy a desmayar, así que me siento en el sofá. Éste me mira y nuestros ojos a penas se topan por unos segundo, si de mí ya no queda nada de lo que era al verlo a él su mirada es gris, sin vida. —Todo lo que me estás diciendo es una broma, ¿no? ¿Estás jugando conmigo? Si ya terminamos y no por mí, ¿por qué me haces esto? ¿Por qué a papá? Él suelta una carcajada que me pone la piel de gallina. —No es ninguna broma, ya tus hermanos están en Guadalajara, yo vine por ti, ya que no hay vuelos por las lluvias —Está pendejo si cree que me iré con él, prefiero irme sola, así haga más tiempo que estar con ese pedazo de idiota. —Primero muerta que irme contigo —Espete con odio. Nos retábamos con la mirada. — Pues debería llevarte en un ataúd preciosa, debes estar allá y yo soy tu única opción —No sabe cuánto lo detesto, ruedo mis ojos y me levanto, dejándome ver cómo la perra en la que me transformó. Me acerco a él, levanto el mentón y lo miro con arrogancia, para luego decirle con la misma forma en la que lo miro —. Está bien, llévame con mi padre —Sin mirarlo, lo dejo en la sala, y me voy a la habitación a preparar la maleta. Cuando al fin termino, le paso, por un lado, y me apresuro a salir, me urge llegar a Guadalajara y ver a papá. Raúl Villalpando Estamos en el avión, frente a frente, no podía quitarle la mirada de encima, se ve tan hermosa con su cabello corto. Como deseo besarla y tenerla entre mis brazos, pero eso muy pronto sucederá, puedo sentir que la pongo nerviosa, a pesar de esa rudeza que quiere demostrar, puedo ver que aún me ama, al igual que yo. Me pongo serio y le digo —. Tengo una manera para sacar a Esteban de prisión —Cruza su mirada con la mía y nos vemos con frialdad. —¿A sí? ¿Qué? —Nuestras miradas eran frías, sin ninguna emoción, y era algo que odiaba, pero ni modo, ella lo decidió así, así que la trataré con sequedad, así me muera de ganas de amarla, tendré que ser firme para no caer para rogarle de nuevo que me escuché. 《 Casarte conmigo, mi amor》, pensé con una maliciosa sonrisa. —Casarte conmigo —Lisseth me miraba incrédula con el ceño fruncido, su mirada reflejaba irritación, si pudiera asesinarme ya lo hubiera hecho. —¿Estás imbécil o qué? —Vociferó llena de furia. —No, y por favor cuida tus palabras cuando te refieras a mí —Me miraba con profundo odio, y ver a mi bonita así me estaba matando por dentro, ya que por culpa de las mentiras de la maldita aquella me odia, así que esta es una medida desesperada para recuperarla. No sé que más hacer para lograr que me escuche, me da tristeza ver que no me da esa oportunidad, pero en este momento mi amor será por los dos, sé que está dolida y confundida, pero poco a poco lograré que me escuche no debo darme por vencido. —No me casaré contigo, ¡nunca! —Exclamó mirándome con coraje. —Pues tu padre se quedará encerrado, su libertad está en tus manos —Le espeto, no puedo evitar enarcar una ceja y levantar una de las comisuras de mis labios, incluso siento un poco de satisfacción y alegría, el ver que Lisseth no tiene otra opción, que aceptarme para ayudar a su padre. —¡Eres un maldito infeliz!, ¡¿cómo te atreves a chantajearme para ayudar a mi papá?! —Exclamó llena de ira en su voz. Me inclino para estar más cerca de su rostro, y la miro con mofa. —Me atrevo, porque me da la gana —Me borra la sonrisa con una fuerte cachetada, cuando estuvo a punto de darme otra, la detuve de la muñeca, sin hacerle daño. Me miraba con mucha furia, sus ojos reflejaban el odio que sentía por mí. —No te atrevas a volverme a poner una mano encima —Le advertí fulminándola con la mirada. Se soltó de mi agarre de mala manera, sus ojos estaban rabiosos. —Te aborrezco con toda el alma, eres lo peor que me pasó en mi vida —Refunfuñó con rencor. —No me importa lo que sientas —Saco el contrato y se lo dejo en la mesa que tenemos en medio —. Aquí está el contacto, fírmalo —Le ordené. Me miraba con desprecio. Cogió el contrato y lo empezó a leer. Soltó una carcajada sarcástica y me dijo. —Estás, pero bien pendejo si crees que dormiremos juntos —La vi con una ceja enarcada. —Las cláusulas se harán tal cual, como dice ahí, si no, ya sabes lo que puede pasar —Le dije con arrogancia, cada vez me veía con más odio. —Haré este maldito matrimonio, un infierno —Sentenció mirándome con coraje. —No me importa, preciosa —La toqué del mentón y me aventó la mano de mala gana, su mirada se volvía más rabiosa. Firmó nuestro contrato y aventó la pluma. Lo tomé con una satisfactoria sonrisa. —Perfecto, mi amor, en unos días seremos marido y mujer —Le aventé un beso, ella me levantó el dedo, me carcajeé divertidamente por su actitud, la amo demasiado, voy a recuperarte, no sé cómo le haré, pero voy a demostrarle que nunca le fallé.
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