Asociarse con el enemigo

2085 Palabras
Capítulo 5 Llegamos a Guadalajara y bajamos del avión, y nos encaminamos a la camioneta, Lisseth se subió y azotó la puerta, estaba fúrica, pero no me importaba, ya después la aplacaré cómo se debe. Sonreí disimuladamente por mis pensamientos. —Recuerda que no debes hablar con nadie del contrato —Le recordé con seriedad. La volteé a ver por el rabillo del ojo, y vi que rodó los ojos con irritación, mientras bufaba. *** Llegamos a casa, donde me trae tantos recuerdos. Me dolió mucho haber tratado tan fríamente a mi familia, ver la carita de Lisita me rompió el corazón, sé que no tiene culpa de nada, al igual que los demás, tengo que pedirles perdón, ellos no tienen la culpa de mi mal humor. Después de unos minutos de esperar a que nos abrieran, apareció Pamela y en cuanto vio Lisseth se le iluminó la cara y la abrazó con cariño. —Mi niña, Lissie —Lisseth le correspondió el gesto cálidamente. —Mi Pame —dijo con suavidad. Se separaron despacio y luego me saludó de la misma forma en la que saludó a mi prometida, y le regresé el saludo de la misma manera. Pamela siempre nos ha tenido un enorme cariño al igual que todos nosotros, siempre nos cuidó y entre ella y yo éramos cómplices de los chicos. Entramos a la casa y nos dirigimos a la sala estar donde se encontraban la familia. —¡Hermanita! —Exclamaron mis cuñadas Se levantaron de prisa, mi madrina y Becky las imitaron y corrieron a abrazarla. —Mi niña hermosa —Mi madrina la refugió en sus brazos, ella la abrazaba con mucho cariño, ambas lloraban y se decían lo mucho que se habían extrañado. —He venido para ver a mi papá —Me volteó a ver con seriedad para después decir —. Raúl fue por mí a Londres para que pudiera estar aquí con ustedes —Mi madrina y todos me voltearon a ver y me agradecieron por haber traído a Lisseth. —No tienen nada que agradecer, es un momento difícil y ella debía estar aquí —Les dediqué una ligera sonrisa que me fue devolvida de la misma manera. Tomamos asiento y aproveché para disculparme por lo del otro día, Lisita me abrazó y me dijo que eso ya estaba olvidado, y que estaba feliz de que estuviera con ellos en estos momentos tan difíciles. —Los quiero, ¿lo saben? ¿Verdad? —Lisita asintió con una suave sonrisa, que le devolví de la misma forma. —Bueno pues, solamente faltan ustedes en saber… —Lis volteó a ver a Martín y se sonrieron cariñosamente, él la abrazó y besó sus labios. —¿Qué pasa hermanita, ¿por qué tanto misterio? —Preguntó Lisseth mirándolos con una sonrisa. —Es que… —Martín y Lisa se rieron al igual que toda la familia. Nos voltearon a ver y lo que dijo nos sorprendió, pero también nos puso muy felices —. Estoy embarazada. Lisseth se acercó a Lisita y la abrazó con mucho cariño. —Aww, hermanita que alegría tan grande —dijo con una enorme sonrisa. —Felicidades mija, va a hacer un bebé muy amado y consentido por todos nosotros —Lisseth blanqueó los ojos con fastidio. —A ver, en primera, este bebé no es nada tuyo y en segunda ya no tienes nada que hacer aquí, ya me trajiste, ya te puedes largar —Sentenció mirándome con irritación. Sonreí de lado, y me levanté para retirarme de la mansión. —Adiós, estaré al pendiente de Esteban, nos vemos luego —Mi madrina me acompañó a la salida y me despidió con un beso en la mejilla. —Tengo que hablar contigo, tengo un plan para demostrar la inocencia de Esteban, y hoy comencé con el plan —Fruncí el ceño, mirándola confuso. —¿De qué hablas, madrina? —Yo conozco de unos años atrás a Roberto Manrique, ese miserable quería conmigo, tú me entiendes, y sé cómo manejarlo, y por lo que pude ver en la mañana aún le gusto —Me quedé completamente asombrado, no podía creer lo que acababa de escuchar, pero no podía permitir que mi madrina, mi segunda madre se metiera más en esto, ese sujeto es muy peligroso y no pienso permitir que corra peligro. —Madrina, te prohíbo que te vuelvas a acercar a él, es muy peligroso y no voy a permitir que te haga daño, piensa en tus hijos, en Manuel —Le pedí esto último mirándola con súplica, si le llega a pasar algo no sé que haría. —Tranquilo mi niño, Manuel y todos saben, bueno menos Lissie, aunque pienso que ya le estarán contando —Suspiré mientras negaba con la cabeza, estoy desacuerdo con mi madrina, pero le tendré que dar mi apoyo y protegerla. —Ay madrina —dije viéndola no muy convencido. Me platicó lo que pasó ayer con ese infeliz, y le dije que contará conmigo para lo que necesitará, me agradeció con una cálida sonrisa. Nos despedimos y me fui a mi departamento. Cuando llegué, me fui al minibar y me serví un whisky. Escuché mi celular y al ver quien me llamaba contesté al tercer tono. —Bro, ¿ya llegaste? —Me preguntó Iván. —Sí, ya estoy en el departamento —Le dije mientras me tomaba el whisky. —¿Y Lisseth? ¿Todo bien? —Negué y le conté que me corrió de su casa —. Ay, amigo —Suspiré y me volví a servir otro trago. Le cambié el tema y le pregunté como iba el caso de Esteban, me contó que mañana lo van a trasladar a la cárcel y que en estos momentos Camila está en la mansión Santibáñez informándole a la familia. —¡¿Qué estás diciendo?! —Exclamé dejando el vaso de golpe sobre la barra —. No podemos permitirlo, Esteban no puede pisar la cárcel, él no hizo nada, ¡todo fue una trampa! —Me siento frustrado, debo hacer algo rápido antes de que lo trasladen, piensa Raúl, piensa carajo. —Sí, lo sé, ¿pero qué podemos hacer? —Preguntó mi amigo con desesperación, él sabe como es Esteban y sabe que todo es una injusticia. —No sé, no sé —Solté frustrado, pero algo tendremos que hacer para ayudarlo y no dejar que se cometa una injusticia. Me siento desesperado pasando ambas manos por mi cabello con frustración. Tomé las llaves y me fui a buscarlo. Lisseth Fernanda Estábamos vueltos locos por lo que nos acababa de decir la abogada Camila, mi papá no puede estar años encerrado por algo que no hizo, me siento devastada por dentro, si pudiera ocuparía su lugar. En mala hora se cruzó ese infeliz en nuestras vidas, solo vino a arruinárnosla al igual que aquella. —Mi papi —Lloraba mis hermanitas, las abracé y le di palabras de aliento. Héctor y yo nos tuvimos que mantener fuerte para nuestro padre, no podíamos dejarnos caer, confiábamos que pronto todo acabaría y que tendríamos a papá en casa. Becky se puso mal y Héctor la tomó en brazos y se la llevó a su habitación, toda esta situación nos tiene muy mal a todos, ¿en qué momento llegamos a esto? Siento que me voy a desvanecer en cualquier momento, pero no, no puedo darme el lujo de ponerme mal, debo estar fuerte y ayudar a papá, no ganaré nada aquí llorando. —¿A dónde vas? —Me preguntó Lisa con sus ojitos llorosos. Le di un beso en la frente y le dije —. A ayudar a papá. Salí de la casa y me fui a la que era la empresa Santibáñez, que ahora es “industria Manrique”, muy pronto regresará a su verdadero dueño, como que me llamo Lisseth Fernanda Santibáñez Castillo. Llegué al piso donde se encuentra la que ahora es la oficina de ese hijo de perra. Cuando iba a entrar escuché su voz y lo que estaba diciendo no lo podía creer. —Aunque no me creas, me da gusto lo que le está pasando a Esteban, como tú yo lo odio, y la verdad me ganaste —Se rio él muy infeliz, se alegra de lo que estamos viviendo, siento que me hierve la sangre de la rabia que siento en estos momentos, lo mataré, aparte de lo que me hizo, se ríe con el enemigo de mi papá, festejando de lo que le está pasando. —¿Por qué dices que te gané? —Le preguntó el desgraciado. —Porque yo también estaba pensando en algo para recuperar lo que me corresponde de la empresa, pero como ahora tú eres el dueño, podríamos ser socios, así como un día lo fueron Esteban y mi padre, ¿qué dices? —Había silencio detrás de la puerta, hasta que el hijo de perra habló. —Acepto, la verdad te voy a necesitar, no conozco a un abogado como tú, haremos un buen equipo, conmigo te irá mejor que con Esteban —Maldito miserable, como te odio, pero no dejaré que destruyas a mi padre, primero te destruyo yo a ti. Levanté el mentón y entre toda empoderada a esa maldita oficina. —¡¿Quién demonios te dejó entrar, niña?! —Exclamó furioso. Me burlé y le dije —. Nadie, entre por mis huevos —Le mostré una sonrisa desafiante —. ¿Algún problema? —Roberto me miraba lleno de rabia. —¡Largo de mi oficina! —Me ordenó rabioso. Me reí a carcajadas de él. —¿Tu oficina? —Me seguí burlando, pobre imbécil, se cree dueño y señor de mi empresa, pero eso le durará muy poco. —¡Lisseth basta! —Volteé a ver a Raúl con profunda rabia, quería sacarle los ojos aquí mismo, acabar con los dos. —No te vas a salir con la tuya, mi padre muy pronto va a regresar y va a ocupar el lugar que le pertenece —Señalé con mi dedo índice la silla —. Y no sabes como voy a disfrutar cuando salgas como un perro y te pudras en la cárcel donde debes estar. Salgo de la oficina con la sangre hirviendo, aún no puedo creer lo que escuché, quería gritarles en la cara que son unos desgraciados, hijos de perra, pero no, me tuve que contener, no podía permitir que se enterarán de que había escuchado su conversación. No saben con quién se metieron, voy a acabar con los dos, así sea lo último que haga en la vida. —Ey, ¿a qué viniste? —Crucé mi mirada con él, mis ojos estaban llenos de furia, me provocaba repulsión verlo, estar cerca de él, jamás me imaginé que se atreviera proponerle sociedad al enemigo del hombre que le dio todo, después de la muerte de sus padres. —¡Suéltame! —Podía sentir mis ojos humedecidos, quería llorar del coraje que sentía, no puedo creer que el amor se convirtiera en odio, pero si, si te lastiman como él lo hizo conmigo, se puede sentir tal sentimiento. —Tienes que irte, no es bueno que estés aquí —Me reí con ironía. —¿A sí? ¿Y por qué? —Lo miré con arrogancia. —Lisseth Fernanda, vete —Cuando estuvo a punto de tomarme del brazo para sacarme, llegó su amigo Roberto con aire de grandeza. —¿Todavía sigues aquí? —Me miraba con irritación, al igual que yo —. Seguridad —Empezó a gritar y los guardias aparecieron de inmediato —, saquen a esta escuincla de aquí y no la permitan entrar a mi empresa —Me sonrió maquiavélicamente al decir la última palabra. —Esa Sonrisita estúpida, se te va a borrar muy pronto, ¡te lo juro! —Vociferé llena de rabia. —¡Terminen de sacarla de una vez que me enferma! Estando sola en el carro, empecé a sacar toda la ira que siento, le pegaba al volante con rabia, quería acabar con todo lo que se me atravesará en el camino. —¡¡TE ODIO RAÚL VILLALPANDO, TE ODIO!! —Mis lágrimas corrían por mis mejillas como cascadas. LAS QUE NO HAN LEÍDO SIEMPRE TE AMARÉ, PUEDEN LEER LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS QUE ESTÁN ACTUALIZADOS, AHÍ DIJE UNAS COSAS, TAMBIÉN SALE CUANDO LA MAMÁ DE LISSETH SE ACERCÓ A ROBERTO.
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