Mark Wilson. —Disculpen la interrupción, pero hay un joven en la puerta y pide hablar con la Doctora. —El guardia informa con la vista fija en Amber. —Dice que no irá hasta verla. —¿No les dejé ordenado que las visitas a esta hora eran prohibidas? —me suelto de Amber y lo obligo a retroceder. No puedo evitar sentirme muy molesto por lo que acaba de pasar —Para eso te pago, para obedecer las reglas. —Lo siento, Señor Wilson, pero el joven insiste que le diga a la Doctora que Tiago la quiere ver. —¡¿Tiago?! ¿Tiago está aquí? —Amber grita de emoción y sale corriendo hacia la entrada sin que pueda detenerla. «¿Quién mierda es ese tal Tiago y por qué viene a esta hora a mi casa?» la rabia que me corroe por dentro se acrecienta. Voy tras ella a pasos lentos, igual que el guardia. Estamos