Mark Wilson. —¿No puedes apurarte un poco más, Roberto? Manejas como mi mamá —rezongo en la parte trasera de su auto. —Amber me va a matar, ha pasado dos horas desde que está en el hospital. Miro mi reloj y mi angustia crece. Mi hijo, mi Lucio está a punto de nacer y yo aquí varado en medio del tráfico y para variar con una lluvia intensa. —Esto es todo lo que podemos avanzar. Tranquilo, ya estamos cerca —responde mirando a sus costados para maniobrar. —Es verdad, hermano. Estás muy ansioso, cálmate —Fernando desde al lado del conductor responde. —Con esos nervios no ayudas en nada. Solo pones nervioso a Roberto. Vuelvo a mirar mi reloj y el nudo en mi estómago se acrecienta. No debí haber ido a esa reunión, más sabiendo que ella estaba en sus últimos días. Maldita sea la hora que s
Escanee el código QR para descargar y leer innumerables historias gratis y libros actualizados a diario