Amber Boh. Llego a casa pasadas las 2 am; cansada, con los pies lastimados de tanto caminar, con el corazón roto, los ojos hinchados, pero decidida. La casa está en silencio, como es de esperarse por la hora. Mi madre está durmiendo y Tiago y Vivi están en su luna de miel. Subo hasta mi habitación y me tiro de espaldas a la cama mirando el techo, pensando. La puerta se abre de pronto y mi mama entra adormilada y frotándose los ojos, incrédula al verme en casa. —No quise despertarte, mami —digo mirando su ceño fruncido al verme a esta hora. —Lo siento. Suelta un sonoro suspiro y se acuesta a mi lado, abrazándome. —Pues ya estoy despierta y dispuesta a escucharte. Coloco mi cabeza en su pecho, allí donde el latido de su corazón me calma y empiezo a contarle todo. No se sorprende mu