Katherine. Dejo que mi hijo juegue con su padre, los observo y mi pequeño es tan feliz como nunca lo había visto. Veo la hora en el reloj de mi muñeca, el tiempo pasa realmente rápido. Me levanto de la silla y me dirijo hacia ellos. —¡Mami, mira lo alto que vuela! —¡Es increíble, mi amor! Iré a preparar el almuerzo. —No te preocupes por eso, iremos por algunas hamburguesas. —No. Mi hijo no puede comer eso, cariño, te haré pollo con verduras y después podrás comer un poco de helado, ¿está bien? —Pero papá me llevará por una cajita feliz, dice que trae un premio. ¿Puedo ir mamá? —No. Es mi última palabra. —Está bien, mamá tiene razón, Nicolás. Ve a preparar el almuerzo y no te preocupes, seguiremos jugando con el avión. Me doy la vuelta y entro a casa. Esto es extraño, espero que