Katherine. Preparé todo para ese bastardo, son las once de la noche y no llego, me siento tan molesta y preocupada. Elsa y Sandra se quedarán a dormir en el hospital para acompañar a mi pequeño. Me siento en mi silla y dejo salir el aire que tenía en los pulmones. ¡Dios, juro que lo haré pagar por esto! La puerta de mi oficina se abre y él entra como si nada. —¿Dónde debo firmar? —¡Tenías que haber estado aquí a las ocho, son las once! —Tenía que hacer los exámenes para saber si soy compatible con tu bastardo, imagina firmar antes y casarme con una mujer como tú. —¿Lo eres? —Sí, puedo donar mañana temprano para tu bastardo, el doctor me dijo que no podía comer nada y que llegará mañana a las seis. Respiro tranquila y le entrego la pluma. —¿Tanto te importa ese niño, muñeca? —Po