(Narra Bree Mond) Esa misma noche reservamos tres lugares, ya que el chicle de Dante también quiso ir. No pude dormir ni un poco y desperté con unas ojeras horribles. Llegamos al aeropuerto en la camioneta de Dante y para mi desgracia, el vuelo no fue lo suficientemente turbulento como para distraerme de mis pensamientos. Cuando llegamos mis pequeños me recibieron en el aeropuerto. ― ¡Bree! ― Gritaron ambos y se me lanzaron encima. Yo me aferré a ellos con fuerza. Necesitaba sentirlos para darme valor y afrontar lo que estaba por venir. Miré con el rabillo del ojo a mamá y la vi devorándose a Dante con la mirada. Sentí nauseas. ― Hola tía. ― La saludó Annie. Mi madre apenas y la miró y con los ojos aun puestos en Dante preguntó sin una pizca de vergüenza. ― ¿Quién es tu amigo? ― Dant