Margarita abrió la puerta con una sonrisa en el rostro, orgullosa de lo que había hecho Alejandro.
— No esperaba menos de ti. Sabía que lograrías tomar la decisión correcta. — le dijo.
Alejandro se encontraba sentado en el sillón de la sala de estar, levanto la cabeza y la miró con una sonrisa en los labios.
— Siempre puedo tomar la decisión correcta, aunque de haber sabido que tú ya tenías claro lo que sucedería, no habría hecho nada de lo que hice. — dijo logrando que Margarita se riera un poco.
— Te críe bien, eso no tiene discusión. — dejo sus cosas sobre la mesa y se dirigió a la cocina. — prepararé un té para ti, debes estar muy estresado... — mientras que ella preparaba el té, Alejandro veía su espalda con mil preguntas en su cabeza.
— ¿Qué pasará ahora? — soltó esa breve
