La escena era tan adorable que Margarita sintió la necesidad de quedarse donde estaba y no arruinarlo, pero aunque esa era su intención, le fue inevitable cuando sintió un fuerte dolor en su cabeza, su enfermedad, la cuál había tratado de mantener en secreto, estaba avanzando, y ella no quería hacer nada, Alejandro ya había sufrido suficiente, a su parecer. Pudo darse cuenta cuando las luces a su alrededor empezaron a desvanecerse, pero también vio el rostro pálido de Alejandro que al parecer gritaba y corría hacía ella. ¿En que momento había dejado a su hijo de lado para llegar hasta ella? Sus ojos se cerraron, pero pudo sentir como aquel hombre que consideraba como su propio hijo sostuvo su cuerpo mientras se precipitaba a caer, pero no tenía las fuerzas, estaba tan cansada, solo quería