Una terrible resaca no dejaba levantar de la cama al magnate Alejandro Campbell, su nana de toda la vida estaba realmente preocupada por él, nunca antes había bebido hasta perder el conocimiento, y ella lo sabía, algo debía haberle estado preocupando demasiado como para que tomará tal decisión. Margarita dejo una bandeja sobre la mesa de noche, abrió las persianas dejando filtrar levemente la luz, mientras que el magnate se retorcía en su cama buscando el modo de esquivar la molesta luz. — Niño... Me sorprende que hayas llegado anoche a casa... Mírate, es la primera vez en años que faltas al trabajo. — le dijo su nana. — ¡Nana, cierra eso! — exclamó él, molesto. — ayer no fue un buen día, pero para eso tengo una asistente, llámala y pídele que vaya a las reuniones por mí. No puedo ni