El corazón bombea fuerte contra mi pecho mientras mis neuronas se chocan unas contra otras pensando en qué hacer para que Ethan no descubra a Dave y Heidi en esa situación. Me estreso tanto en dos segundos que un sudor frío recorre mi nuca y creo que voy a perder el conocimiento de un momento a otro.
— ¡Ethan! —Alzo la voz y me giro—. Creo que me estoy mareando —me echo sobre él y no le queda más remedio que aguantarme por debajo de mis axilas.
— Eh, Paris —dice—. ¿Estás bien? Paris —me llama pero no respondo.
— Puede ser una de sus bajadas de tensión —escucho la voz de Heidi.
— Deja que te ayude —escucho la voz de Dave y sigo dejando mi cuerpo flácido y sin fuerza para que esos chicos con músculos me carguen.
No tardo en estar en brazos desconocidos y escucho a Heidi decir que pueden llevarme a mi cama. Huelo el perfume de Dave y puede ser que lo que le atraiga a mi amiga sea eso, porque huele muy bien. Cuando siento el mullido colchón bajo mi cuerpo, abro un poco mis ojos y Dave me levanta las piernas por orden de Heidi.
— ¿Estás bien? —Pregunta Ethan— Me has asustado.
— Estoy bien —murmuro.
— ¿Qué haces aquí? —Pregunta Ethan a Dave.
Heidi es la que va a desmayarse ahora mientras Dave tiene toda la atención de Ethan.
— He venido a verla —dice—. Da la casualidad de que o no está, o está contigo.
— ¿No lo habíais dejado? —Pregunta el castaño.
— ¿Qué? —Pregunta Heidi— ¿Por qué no me he enterado de eso? —Me mira.
— Creo que Dave y yo necesitamos hablar, por favor.
— ¿Estás mejor? —Pregunta Ethan mirándome preocupado.
Asiento y nos dejan solos en la habitación bajo la mirada sospechosa de Ethan. Me siento en la cama cuando cierran la puerta y Dave frota su rostro, exasperado. Camina de un lado a otro de la habitación mientras yo me relajo.
— Deberías avisarme que hemos roto —dice.
— Se supone que rompíamos después de esa "cita" —hago las comillas con mis dedos.
— ¿Qué mierda hace aquí? O no viene nunca o viene todos los malditos días —gruñe en voz baja.
— Es su novio, genio. Puede venir cuando quiera. La cuestión es: ¿Qué haces tú aquí? Deberías venir los primeros días de la semana. Quizás sospeche algo y por eso viene más.
— ¿Sospechar? —Dave junta sus labios en una fina línea y mira hacia la puerta— Lo dudo. Se comportaría diferente.
— Si yo me entero que mi novio me está siendo infiel, lo que menos haría sería eso —señalo a la puerta.
— ¿Y qué harías?
— Matarlo, por supuesto —rasco un lateral de mi cabeza—, pero enserio, tienes que dejar de venir, o tienes que esconderte cuando el venga o qué se yo. Es bastante sospechoso que te haya encontrado ya dos veces aquí y yo no sea tu compañía.
Dave se acerca a mí cuando llaman a la puerta y su mano se pone en mi nuca, tirando hacia él y chocando sus labios suaves y calientes con los míos. Dejo de respirar y me quedo con los ojos abiertos sin poder reaccionar. Dave se separa cuando la puerta se abre y aún con nuestros rostros a centímetros miramos a Heidi, que nos mira con una ceja alzada. Ethan está detrás y no está sonriendo. Trago saliva y Dave se separa de mí.
— Gracias —dice cogiendo la Coca-Cola que Heidi trae en sus manos—, se encuentra mejor, de todos modos.
— Sí —digo—, creo que... estoy mejor. No he comido mucho y las cervezas me han afectado más de lo que creía —miento—. Solo necesito dormir.
— Deberías cenar —dice Dave.
— Sí, claro, ahora lo hago, no te preocupes, no es la primera vez que me pasa chicos —me río quitándole hierro al asunto.
— Podrías hacerle algo de cenar, Heidi, mientras la ayudo a cambiarse —sugiere Dave.
Mi amiga nos mira no muy convencida, pero después recuerda que tiene a su novio justo detrás y asiente, dejándonos solos en la habitación de nuevo. Dave le da un sorbo a la Coca-Cola y después me entrega la lata para que yo también beba.
— Esto sigue siendo una mala idea —murmuro bajándome de la cama y dándole de nuevo la lata a Dave.
— Sí, yo también lo pienso, pero mientras Ethan siga apareciendo de improvisto, vamos a tener que improvisar.
— ¿No hay más chicas con las que acostarte? —Saco el pijama de debajo de mi almohada y me quito los zapatos.
— Sí. Heidi no es la única chica que tiene mi atención ahora, pero no me disgusta.
— Gírate —le ordeno.
Dave levanta las manos y se gira, mirando a la puerta. Me quito la ropa, sustituyéndola por el pijama corto que aún utilizo y dejo la ropa en la cama.
— Sería conveniente que te fueras pronto porque tienes que levantarte mañana temprano —le digo—. Ya puedes girarte.
— Sí, en cuanto salga de la habitación. ¿Tienes mi número? —Pregunta.
— Sí, ¿por qué?
— Avísame la próxima vez que vengas con Ethan. Me da igual si estoy o no estoy con Heidi en ese momento, quiero saberlo por si acaso.
— No te prometo nada —me pongo las zapatillas y voy hacia la puerta.
— Deberías poner de tu parte —su mano se pone alrededor de mi brazo.
— Y lo estoy haciendo, he fingido un mareo, creo que estoy poniendo esmero, Dave.
Salgo de la habitación y me siento en el sofá fingiendo que aún estoy recuperándome. El chico rubio deja la Coca-Cola encima de la mesa y se dirige a nuestra pequeña cocina. Me quedo allí en el sofá escuchando la excusa que les está poniendo. Ethan llega al salón con dos sándwiches y pone uno frente a mí.
— ¿Mejor?
— Sí, gracias.
— Te veo mañana —dice Dave nada más entrar en el salón. Se acerca a mí y deja un beso en mi frente—. Te llamaré después para ver cómo sigues. Buenas noches.
— Buenas noches —respondo.
Lo veo irse y Heidi se sienta en el sofá, suspirando pesadamente. La puerta se cierra y mi amiga intenta relajarse. Lo sé porque yo estaba igual el otro día. Cojo el sándwich entre mis manos y le doy un mordisco.
— ¿Estás bien? —Le pregunta Ethan a Heidi.
— Sí —sonríe un poco—. Solo... Paris me ha dado un susto de muerte —me echa la culpa de su ansiedad.
— Sí, a mí también —me mira el castaño—. Deberías ir al médico.
— Ya he ido y no tengo nada, simplemente se me baja la tensión a veces. De todos modos, esto no ha sido nada. Un día me desmayé en las gradas y tuve un chichón en mi cabeza durante semanas.
— Es verdad —ríe Heidi—. Lo recuerdo. Connor corrió y saltó todos los bancos como si fuera una cabra —recuerda y me río—. Nos diste un susto de muerte a todos.
Ese día me levanté en la enfermería de la Universidad con un dolor de cabeza impresionante y la mirada preocupada de mi hermano justo al lado.
Había estado inconsciente durante diez minutos y los tenía a todos más que preocupados. El quarterback del equipo había dejado el entrenamiento cuando me había visto caer y había corrido a ayudarme.
Connor siempre tiene un ojo sobre mí. Daba igual dónde estuviese, él siempre estaba pendiente.
Dejo a la parejita en el salón cuando termino de cenar y me acuesto después de lavarme los dientes. Cuando apoyo mi cabeza sobre la almohada no tardo en quedarme dormida.
**
Tengo tanto sueño que lo único que hago es bostezar una y otra vez en la hora que tengo libre. Eric está frente a mí en una de las mesas del merendero y ambos tenemos nuestros ordenadores abiertos. Los trabajos que enviaba la Señora Lee eran mejor empezar a hacerlos antes de tener más trabajos porque eran extensos y difíciles.
— Recuérdame por qué narices estoy estudiando trabajo social —jadea Eric.
— Porque queremos estar en el paro cuando acabemos la carrera.
— ¡Vaya ánimos, chica! —Se queja y me río, llevando la lata de bebida energética a mi boca—. Me esperaba algo como: nos gusta ayudar a la gente.
— Sí, eso también.
Connor se sienta al lado de Eric y ambos nos sobresaltamos por su repentina presencia.
— ¿Has subido alguna foto a i********:? —Miro a Eric.
— Esta vez no —levanta sus manos.
— Te he visto. Ethan me ha contado que te desmayaste ayer.
— Bueno —ruedo los ojos—, no perdí el conocimiento. La palabra correcta sería "marearse". Sí, ayer me maree un poco pero todo está bien, estoy bien.
— Deberías haberme llamado.
— ¿Para qué? No ibas a solucionar nada. Se me pasó, cené y me acosté. Hoy me he levantado como nueva.
— ¿Estás comiendo bien? —Mira a Eric— Tú pasas más tiempo con ella. ¿Está comiendo bien?
— Sí, come tanto que no sé cómo puede seguir entrando en una talla pequeña —contesta mi amigo.
Mi hermano asiente y me mira. No sabe si creérselo o no porque hay rachas en las que como más y rachas en las que como menos. La verdad es que estoy comiendo bien y no hay de qué preocuparse, pero para Connor es imposible no preocuparse.
— Si te vuelve a pasar...
— Te llamaré, lo prometo.
— Bien —se levanta—. Nos vemos después.
Se vuelve a colgar la maleta en sus hombros y ambos miramos como mi hermano se aleja.
— Impone —es lo único que dice Eric.
— Sí, y se cree que voy a morirme de un momento a otro.
— Todo puede pasar —se encoge de hombros y deja de mirar a mi hermano cuando ya está lo suficientemente lejos.
— Fingí el desmayo porque Ethan subió conmigo a casa y Dave estaba allí.
Si antes Eric tenía poco interés en hacer el trabajo, ahora no tenía ninguno. Cierra la pantalla de su portátil y me mira impaciente para que suelte todo lo que pasó ayer.
— Se lo creyeron y me llevaron a la cama. Lo mejor fue que Dave me besó —me encojo de hombros—, para que fuese creíble, ya sabes, pensamos que Ethan puede sospechar algo.
— Alto ahí —levanta sus manos—. ¿Te besó y estás tan tranquila?
— ¿Qué quieres? ¿Qué eche corazones por las orejas?
— ¡El sexy quarterback de Indiana te besó! —Alza sus manos.
— ¡Shhhh! ¿Quieres que me apaleen o qué? —Cierro la pantalla de mi portátil y apoyo los codos en la mesa—. Tengo que avisarlo cada vez que sepa que Ethan va a ir a casa.
— ¡¿Tienes su número?!
— Sí. Lo guardé en mi teléfono por si me hacía falta.
— Su número, su cuenta de Netflix... podrías conseguir su clave del banco.
— ¡Podría! —Río— Nunca subestimes a una Duch.
— Créeme, no lo hago. Ahí viene Theresa Rodríguez—murmura con desagrado.
Me giro y veo a Theresa caminar hacia nosotros. Ella es una especie de acosadora de mi hermano. ¿Animadora? Sí, animadora.
Supongo que por eso a Connor le desagradan todas esas chicas que mueven sus pompones y apoyan al equipo con fervor durante cada partido. Ha intentado acercarse a mí y casi lo consigue hasta que vi que suspiraba por el quarterback del equipo.
— Hola, chicos —sonríe abiertamente y junto mis labios en una fina línea. Su pelo n***o va recogido en una coleta alta que cae hasta la mitad de la espalda—. ¿Deseando que llegue el fin de semana?
— Lo has adivinado —responde Eric—. ¿Por qué no te dedicas al tarot? Serías muy buena.
— Bueno, no me va eso de estafar a la gente —se ríe—. Aunque podría hacerlo. Quería invitaros a la fiesta que se dará en mi casa después del partido del viernes.
— Vaya, eso sí que son buenas noticias —miro a Eric sonriendo.
— ¡Por supuesto! —Se ríe— Pero hay algo malo.
— ¿Cinco dólares? —Pregunto.
— Exacto, por favor, todos bebemos, todos tenemos que poner.
No tardo en sacar cinco dólares de mi cartera y Eric me imita. Ella, sonríe satisfecha y mira a su alrededor.
— ¿Has visto a tu hermano?
— Se acaba de ir hace un momento.
— Hmmm.... —Theresa hace una mueca—. ¿Crees que vendrá? No vino a la última que organicé.
— Si no fueses una acosadora quizás el chico se animaría a ir —dice Eric.
Lo miro, intentando no abrir mi boca por lo que ha dicho pero sí abro los ojos de par en par, intentando no reírme. Eric mantiene una postura seria y me río un poco por lo bajo. Muerdo mi labio inferior con fuerza y miro a Theresa, que está mirando con su ceja alzada a mi amigo, que no tiene pelos en la lengua.
— Bueno, por lo menos tengo alguna oportunidad con él, tú, no tienes ninguna —ataca.
— ¿Quién te ha dicho que me interese? —Responde el moreno.
— Bueno, os veo el viernes, chicos. Disfrutad del día.
Se gira y ahora puedo abrir la boca asombrada. Eric luce más que satisfecho y yo no doy crédito a lo que ha pasado.
— Pero... ¿Qué ha sido eso? —Gesticulo con mis manos.
— Se merecía que alguien se lo dijera, quizás así deja de ponerle caritas de enamorada a tu hermano en i********:.
— Acabas de recordarme por qué eres mi amigo. Adivino que ya estás pensando qué vas a ponerte el viernes.
— ¡Por supuesto! ¿Tú no?
Sonrío con malicia. Claro que sí.
**
El viernes no tarda en llegar y me siento en las gradas al lado de Eric y las chicas, Julie y Elsa. Ellas se ríen al ver mi pancarta pero yo la saco orgullosa con el número siete pintado. Desde que entré en la Universidad, siempre había llevado la pancarta y hoy no iba a ser menos.
La banda de música sale, las animadoras bailan y el equipo no tarda en salir. Nos levantamos del banco y gritamos, animándolos. La temporada ha empezado.
Todos los equipos universitarios del país luchan por posicionarse los primeros y el equipo tiene mucha presión sobre sus hombros porque el año pasado quedaron los primeros. La gente desea que este año pase lo mismo.
— ¿Vas después a la fiesta? —Pregunta Elsa cerca de mi oído.
— Tendremos que pillar un taxi. La casa está lejos y dudo que consigamos que alguien nos lleve.
— ¿Y para qué están los chicos del equipo? Se supone que ya eres una más, no te pierdes ni un entrenamiento. Seduce a alguno que tenga coche.
— A lo mejor si te lías con Julie en la parte de atrás mientras yo lo masturbo, cuela.
Elsa hace una mueca de disgusto y suelto una carcajada, dándole en su brazo porque estoy de broma. Celebramos los puntos que marcan y abrazo a Eric con emoción cuando ganamos.
La fiesta estaría más animada con la victoria. Los chicos están celebrándolo en el campo y mi vista va hacia la banda. Puedo ver a Heidi con claridad ya que llevo las gafas puestas. Ella mira a Ethan e intento entender cómo no puede sentirse culpable por todo esto. ¿No siente remordimiento? Yo lo tendría.
Un Uber nos acerca a la casa donde es la fiesta y cuando llegamos está ambientada. Hemos tardado más en llegar porque Heidi se había cambiado de ropa. Ahora lleva un vestido que realza su figura. Empezamos a caminar y cuando entramos en la casa, miro a mi alrededor en busca de mi hermano.
No lo veo, por lo que decido ir con los demás a la mesa donde están las bebidas sabiendo que mi hermano me encontrará y me dirá que no beba más de lo que mi cuerpo aguanta.
La música resuena por toda la planta baja y en la parte del jardín hay gente alrededor de la piscina y sentada en el césped. Bebo del vaso rojo que tengo en la mano mientras Eric y yo hacemos un escaneo total de la fiesta. ¿Qué es el escaneo de la fiesta? Ver qué chicos han venido.
— No hay nada nuevo —murmura Eric.
— Ya veo...
— ¡Mi preciosa chica!
Me giro y veo a Ethan coger a Heidi y darle una vuelta con una sonrisa en su rostro. No, no sospecha nada. Se besan y veo que Connor aparece a su lado. Su vista se fija en mí y después en mi vaso. Me señala con uno de sus dedos y levanto mi vaso a modo de brindis.
— ¡Brindemos! —Digo tocando el hombro de las chicas.
— ¿Qué estas bebiendo? —Me pregunta Connor cuando me pongo a su lado.
— Agua —respondo—. Venga, por nosotros —levanto mi vaso y todos los chocamos, sonriendo.
— ¿Y este brindis? —Me pregunta Julie después de beber.
— No lo sé —me encojo de hombros mientras río—. Tenía ganas de brindar. Buen partido chicos.
— Gracias —responde Ethan—. Nadie es rival para nosotros.
— Bueno, ten cuidado con el ego, Ethan. Hay equipos muy buenos. Theresa estará muy feliz —le digo a Connor—. Y encima has venido con una de tus camisetas apretadas para mostrar músculos.
— ¡Connor! —Escuchamos la voz de Theresa y él rueda los ojos.
Mi hermano se gira un poco para ver a la morena y asiente con la cabeza para después girarse. — Que alguien me la quite de encima porque no quiero ser borde con ella.
— Ya lo eres —responde Eric—. ¿Qué más da que lo seas una noche más?
— Me alegra que hayas venido —dice la morena entrando en el círculo que hemos creado.
— Sí, de nada —contesta Connor bebiendo de su vaso.
Miro a las chicas con los ojos abiertos porque si yo fuese Theresa, me sentaría mal la indiferencia de mi hermano. Elsa bebe de su vaso y se encoge de hombros y Julie habla: — Me encanta tu casa, Theresa.
— Oh —la morena se gira—. Gracias —sonríe—. Mis padres se han ido el fin de semana de viaje —se gira hacia mi hermano y le guiña un ojo—¸ y era el momento perfecto para hacer la primera fiesta del año.
— Voy a por otra bebida, ¿te vienes, Ethan? —Pregunta Connor.
— Claro —el castaño besa a Heidi y sigue a mi hermano.
Theresa se queda mirando por dónde se han ido con una mueca en sus labios. Nadie habla, esperando que se vaya o que diga algo.
— Bueno —suspira y nos sonríe—, disfrutad de la fiesta.
— Tu hermano podría ser más amable —dice Julie.
— Él es así —me encojo de hombros—. No se le puede pedir peras al olmo.
— Theresa es muy pesada —dice Eric.
— ¿Aún sigues con ese enamoramiento por su hermano? —Pregunta Heidi.
— No es enamoramiento, es deseo —dice mi amigo.
Suelto una carcajada y el número diez del equipo me saluda desde el jardín. Levanto mi mano y le sonrío. Sigo sin recordar su nombre. Eric va a por más bebidas acompañado de las chicas y me quedo con Heidi. Ambas salimos al jardín y nos sentamos en el césped. Heidi arranca unas cuantas hierbas y miro hacia la piscina.
— Todo se está descontrolando y no sé cómo lidiar con ello.
— Sabías que podía pasar. ¿Cuánto tiempo has conseguido ocultárselo a Dave?
— Bastante. Sé que estoy haciendo mal pero... Dave es...
— Un chico bastante sexy, sí.
Heidi sonríe y termina de beber lo que le queda en el vaso. Tarareo la canción que proviene de dentro de la casa.
— Podríamos ir a bailar cuando lleguen —sugiero.
— ¿Cuándo hemos necesitado a alguien para bailar? —Pregunta Heidi con una sonrisa.
A nadie, nunca.