Cierro la taquilla y me sobresalto porque me encuentro con Noah y su enorme sonrisa. Sonrío también y él mete las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones. Su pelo está desordenado y de sus hombros cuelga una mochila. Guardo la llave y espero a que él hable con mis cejas alzadas. - Hola Noah, ¿vas a hablar? - Es que... Tienes chocolate en la nariz y no sabía cómo decírtelo -señala mi nariz. Mierda. Llevo mi mano a la nariz y la limpio haciendo que él se ría un poco. Lo miro de nuevo y él levanta sus pulgares. - Ya estás bien. - Es que en las primeras horas de clase siempre me baja la tensión y tengo que comer algo. - Sobre todo si es lunes. - Sí, los lunes son lo peor. ¿Qué querías? - Este viernes hago una fiesta en mi casa, por si querías venir, ya sabes, también con