Capítulo 2 – atrapar al responsable.

1354 Palabras
Cuando Maximus recibió la noticia de que su prometida había fallecido, el mundo bajo sus pies se movió bruscamente, tanto, que por algunos segundos pensó que quizá iba a desmayarse ahí mismo en la sala de espera de aquel hospital. No podía ser cierto, ella no podía estar muerta, pensaba el hombre lleno de coraje y dolor. –Nosotros vamos a casarnos dentro de solo unos días, esto no puede estar pasando – soltó, atónito por aquella noticia que aun no asimilaba. Anna le dio consuelo a Maximus, mientras tanto, Antonio terminaba de poner en orden aquellos papales que necesitaban para terminar con los tramites de la muerte de Sarah. –¡Yo debí haberla recogido en casa! Debí haber ido con ella a la mansión. No puedo perdonarme esto que está pasando – dijo Maximus con rabia. Anna lo agarró de las manos y le habló de forma maternal. –No hay nada que hubieras podido hacer para cambiar la situación, algunas cosas en la vida suceden porque sí, sin explicación. Los ojos de Máximos se enrojecieron aún más. –Pero es que ella era tan joven, estaba llena de vida, tenía todo un futuro por delante. Realmente Maximus amaba con locura a Sarah, desde que la conoció en la universidad y vio por primera vez aquellos bonitos ojos verdes y esos labios rosados a juego con su melena rubia, supo que no había nada en el mundo que pudiera hacer para olvidarse de ella. Maximus siempre supo que ella sería su esposa, la mujer para estar a su lado, ¿Por qué la vida tenía que arrebatársela? Seguía cuestionándose. La rabia cegó el buen juicio del hombre, al punto en que quiso matar con sus propias manos al culpable de que Sarah estuviera muerta. –¡Maximus! ¿A dónde vas? – preguntó Anna cuando el hombre se levantó rápidamente de la silla. Maximus no respondió, sin embargo, en ese momento estaba más seguro que nunca, de que iba a buscar la venganza que necesitaba. El hombre fue hasta la comisaria para pedir más detalles del caso. Por suerte, Maximus era un abogado tan reconocido e importante que nadie se atrevía a prohibirle nada, de modo que pudo obtener los expedientes del accidente rápidamente. –Aquí dice que han apresado al culpable esta misma madrugada, quiero saber dónde está – pidió al policía. En cuanto el hombre le dio las indicaciones, Maximus fue hacia allá. –Es una fortuna que usted haya venido, necesitamos a alguien que presente una denuncia formal o entonces tendremos que soltarlo – dijo el encargado al abogado. –Haré lo que sea necesario para colaborar con ustedes, no tenga dudo de eso – gruñó. En sus ojos se veía el dolor y la desolación. Aquella era una tragedia que el hombre no estaba seguro de poder superar. Cuando Maximus vio al hombre que se había entregado la noche anterior, perdió completamente los escrúpulos, no precisamente porque él fuera el responsable, si no todo lo contrario, porque Maximus sabía que ese no era más que un chivo expiatorio que alguien estaba usando para salvarse el pellejo. –¡Imbéciles! – gritó, golpeando los barrotes de la celda – ¡Este no es el culpable! El culpable es una mujer – gritó. –Pero este sujeto se ha identificado como el culpable, le hicimos la prueba de alcohol, ha bebido tanto que es probable que incluso dentro de un par de días siga apareciendo positiva. Maximus frunció los ojos. –¡Dime! – le gritó la encarcelado – ¿De qué color era el auto que conducías? ¿Cuál era la matricula? El hombre no respondió y Maximus perdió la paciencia. –¡Partida de ineptos, yo mismo atraparé al culpable si es que debo hacerlo! – dijo, dejando atrás el lugar. Maximus fue hacia su oficina, una vez ahí, redactó todos los permisos que necesitaba para poder solicitar los videos de las cámaras en la vía pública, solo así, podría tener la matricula del auto que chocó a su prometida para poder dar con su identidad. Después de terminar de redactar todo, Maximus sintió un peso sobre su espalda, realmente no había nada que le fuera a devolver a Sarah a su vida y eso lo frustraba porque sabía que ese era un vacío que no se iba a ir de su pecho, por lo menos en mucho tiempo. Con rabia y lleno de vacío, Maximus envió correos a todos los proveedores de la boda, avisando de que el evento estaba cancelado. Mientras estuvo allí a solas se permitió ser débil y derramar algunas lagrimas por la mujer a la que más había amado en la vida. Justo en ese momento, le llegó un mensaje a su celular, era de Axel, el manager de su cliente. El hombre se encendió en furia al darse cuenta de que le estaba escribiendo el culpable de que la noche anterior él no hubiera podido salir más temprano para recoger a su prometida en casa. Si tan solo Axel y su cliente hubieran accedido a esas dos horas libres que él pidió esa noche para poder llegar temprano a la cena, entonces, probablemente las cosas serían diferentes. Pero esa mañana, Maximus estaba dispuesto a darle un giro de 180 grados a su vida, terminaría de revisar el contrato de la estúpida actriz y entonces renunciaría. Justamente eso fue a lo que el hombre se dedicó las horas siguientes, así que, cuando todo estuvo listo, él se subió en su auto dispuesto a llevar en persona aquel contrato, pero no lo llevaría a Axel, iría directamente donde Valeria, para pedirle de paso, que no volviera a molestarlo en lo que le quedaba de vida. Cuando llegó al gran condominio donde vivía la mujer, él se escapó la seguridad y entonces timbró al departamento de ella. Para ese momento, Axel ya se había marchado del departamento de Valeria, insistiendo en que tenía que ultimar detalles de la negociación de la última película de Valeria y aunque ella pensó que tal vez no era el momento más adecuado para grabar, Axel no la escuchó. Si ella no aparecía nuevamente en pantallas pronto, la gente pensaría que había algo mal y eso era algo que no se podían permitir. Dijo Axel. A Valeria le costó demasiado llegar a la puerta principal, esa mañana, su empleada tampoco había ido a trabajar, tal parecía que la vida se le había puesto de cabeza a la actriz. Cuando ella abrió, se quedó atónita por la imagen que tenía delante de si, el hombre era sumamente atractivo, sus facciones eran finas y sus rasgos masculinos, aún así, parecía que la pobre alma no había dormido en mucho tiempo, tenía unas bolsas oscuras debajo de los ojos y sus labios lucían deshidratados. Maximus, por otra parte, tenía tanta rabia que no fue capaz de fijarse en la hermosa mujer que tenía delante de él. –Aquí está el jodido contrato, espero que estes satisfecha y que haya cumplido con todos tus requerimientos. Porque, gracias a las exigencias de tu manager, ayer, perdí a mi prometida y no pude estar presente en el ultimo evento significativo que teníamos como familia – gruñó. Valeria abrió los ojos con sorpresa. Él era el hombre que iba a casarse con su hermanastra. Por un momento, Maximus se quedó observándola fijamente y recordó donde la habia visto. No precisamente en una de sus películas, sino en la sala de estar de Antonio, en donde Anna habia puesto una foto de su hija. –Tu eres Valeria… La hermanastra – susurró, confundido. Habían trabajado durante tanto tiempo juntos, pero nunca se habían conocido en persona. Maximus detalló a Valeria, mirándola por todas partes, entre más lo hacía, más confundido se sentía. Ella estaba sumamente golpeada y lastimada. –Si, yo soy esa Valeria – respondió ella, después de un rato de no saber que decir. –¿Dónde estabas anoche entre las cinco y siete? – preguntó, arrastrando la duda – ¿Por qué estás tan lastimada? Maximus deseaba respuestas y no iba a detenerse hasta conseguirlas.
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