Valeria tragó saliva con fuerza, no sabía que decir, de lo único que estaba segura era de que debía pensar algo pronto si no quería ser descubierta por ese hombre que se suponía sería su cuñado.
A la chica no el quedó de otra más que hacer uso de sus dotes de actriz.
–Me caí hace un par de días, era una escena de alturas, la doble dijo que no estaba disponible y yo no quería retrasar la grabación – soltó levantando los hombros con indiferencia, al tiempo en que se examinaba las uñas.
Maximus frunció el ceño, ella parecía incluso más arrogante de lo que se habría imaginado.
–¿Por qué me haces esa pregunta? – cuestionó Valeria.
–¿Cómo es que estás tan tranquila? ¿Acaso no lo sabes? Tu hermanastra está muerta. ¿No te importa un ápice?
Valeria se removió incomoda donde estaba, pero fue tan imperceptible que ni siquiera alguien audaz como Maximus fue capaz de darse cuenta de ello.
–No éramos muy cercanas – respondió, un poco apenada.
Valeria no era una santa, eso estaba claro, sin embargo, la chica sentía culpa dentro de ella. Si bien no conocía demasiado a su hermanastra, tampoco habría deseado verla muerta, mucho menos sabiendo que ella era la responsable.
Estaba claro que aquella muerte habría afectado gravemente a su abogado, quien tenía ojeras oscuras y parecía no haber dormido en toda la noche.
Maximus, por su parte, estaba demasiado cansado y cabreado como para seguir discutiendo con Valeria, en realidad, había ido a esa casa con un único motivo. Renunciar al trabajo de abogado de Valeria.
–lo que sea – soltó con frustración – he venido a traerte el contrato y a decirte que no trabajaré más contigo. Renuncio – dijo con fuerza.
Valeria abrió los ojos confundida, necesitaba a Maximus, aunque no quisiera aceptarlo en ese momento, él era el mejor abogado de celebridades de todo el país. ¿Dónde iba a conseguir otra persona que se encargara de obtener todo lo que ella deseaba en un contrato?
–No puedes renunciar – dijo, más como una petición.
–¡Ya no puedes decirme lo que puedo o debo o no hacer, Valeria! Renuncio a ti, a tus constantes exigencias, a las llamadas incesantes de tu manager, renuncio a tu porquería porque es tu culpa de que mi prometida ya no esté con vida – le gritó con fuerza.
Por un segundo, Valeria se sintió descubierta. ¿Cómo lo sabía?
–Si tan solo yo hubiera podido ir a recogerla, si ella me hubiera esperado… tal vez, todo sería diferente.
Entre más hablaba, la rabia de Máximus más me convertía en tristeza, habia estado tan ocupado buscando al responsable y terminando aquel maldito contrato que no habia tenido tiempo de llorar a su prometida.
–Lo siento, realmente lo siento.
Valeria hizo que Maximus entrara en su departamento, el hombre inexplicablemente aceptó. Una vez allí dentro, ella le sirvió un trago y él se sentó en el sillón del departamento.
–¿Ibas a ir a la cena? – le preguntó él.
Valeria tragó saliva y asintió con la cabeza. La mujer pensaba que Maximus simplemente estaba tratando de despejar la mente, lo que ignoraba era que, en ese preciso momento, el abogado estaba encontrando la forma de saber si lo que Valeria dijo sobre su caída era cierto o no.
–Cuéntame un poco más de esa caída – pidió él.
Valeria formó en su cabeza una historia lo suficientemente creíble para que él dejara de hacer preguntas, pero esta vez no fue suficiente.
–¿Las llaves de tu auto? – cuestionó Maximus viendo la llave doblada, sucia encima de la mesa de centro.
–Parte de la escenografía de la película.
Para cuando ella respondió, a Maximus no le quedaba duda alguna de que ella estaba mintiendo, y solo necesitaba estar seguro de porque lo hacía. Aunque dentro de él, tenia una sospecha lo suficientemente fuerte como para que ella fuera capaz de borrarla con sus mentiras baratas.
–Fuiste tu quien tuvo ese accidente con mi prometida, ¿No es cierto? – él se puso en pie y caminó alrededor de la sala, al tiempo en que armaba el rompecabeza y el corazón de Valeria se aceleraba violentamente.
–No sabes de lo que estás hablando – la voz de Valeria temblaba.
–Fuiste a casa de tu padrastro, te arrepentiste, seguramente bebiste en el camino porque, eso es lo que hacen ustedes. Después, condujiste de camino aquí, ahí fue donde te encontraste con el auto de Sarah y entonces huiste, como un perro cobarde.
Los ojos de Valeria se llenaron de lágrimas, a pesar de eso, sabía que no podía dejar que una sola de ellas cayera por su rostro o entonces se delataría y conociendo a Maximus era muy probable que la hiciera pagar muchos años de cárcel.
¡Ella no podía estar en prisión, ni loca!
–Maximus, entiendo que estés triste. Ella era tu prometida, y sé que Axel insistió en que terminaras ese contrato anoche, pero no puedo responsabilizarme de su muerte…
–No te creo. No creo ni una sola de tus palabras, pero no importa cuantas mentiras quieras decirme ahora, voy a hacer hasta lo imposible para demostrar que fuiste tu la culpable de toda esta desgracia. Y cuando lo haga, créeme, lo pagaras con sangre – la amenazó.
Maximus no necesitó decir nada más, por el contrario, el hombre salió del departamento dispuesto a buscar cada pedazo de evidencia necesaria para hundir a Valeria Montenegro.
Maximus debía obtener las grabaciones de la cámara de seguridad, solo así, podría armar su caso.
Mientras Maximus buscaba la forma de tener esos videos lo más rápido posible y Valeria se comía las uñas de la ansiedad que sentía, en la mansión Brooks, Antonio acababa de hacer un par de copias de los videos que Maximus necesitaba, eliminando cualquier rastro de evidencia incluida aquella que demostraba que él drogó a Valeria.
Antonio necesitaba tener la información en su mano, solo de esa forma podría chantajear a Valeria y obtener de una vez por todas lo que tanto quería.