56. Todo el tiempo en tus narices

3268 Palabras

Anna estaba mirando desde su posición como las gemelas (enviadas por ella, dicho sea de paso) engatusaban a un ebrio Lautner. Su padre no había hecho muchas preguntas a su regreso, lo cual facilitó todo su plan, y ahora que el alfa de esa manada se había ido a descansar junto a su esposa e hijos, Anna disfrutaba viendo el espectáculo mientras jugueteaba con el borde de su copa vino. —     ¿Qué rayos estás haciendo? — La presencia de su hermano, no interrumpió su feliz sonrisa. — Esto no es parte del plan, Anna. —     ¿El plan? — Mantuvo su sonrisa. — Hice algunos pequeños arreglos al plan. —     ¿A qué te refieres con eso? — Quiso saber. — ¿Para qué lo trajiste? No estoy de acuerdo que alguien de otra manada pase tanto tiempo en el palacio. —     Cuando no, mi querido hermanito, no

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