CAÍDA CUARENTA Y SEIS Canvas se apareció de repente y Héctor tuvo un mini infarto. Entró en el taller, llevando de manera casual su rifle de alta tecnología. Usaba la armadura que Héctor le había hecho, con partes de material transparente que atenuaban su físico magnifico al tiempo que era capaz de detener grandes rondas. “¡Hey, Canvas!” Héctor dijo con voz aguda. “¡No esperaba verte tan pronto!” “Ha pasado un mes” dijo Canvas simplemente. Se inclinó hacia el escaparate de muestras, que crujió bajo su peso. “El tiempo vuela y con el nuevo equipo, las cosas han estado locas. ¿Sabes? Gastos, cosas que hay que tener pendientes, formas para llenar, contratos, gastos, montones de gastos. Estoy agotado, hombre”, suplicó. Haciendo una mueca, se preparó para la inevitable destrucción de su ta