CAÍDA CINCUENTA Y DOS
El mensaje de Frank era críptico. ‘Ven y trae tu camioneta’
Héctor estaba a punto de no hacerle caso, incluso bloquear al bastardo británico por completo, pero Pickle insistió. “Ni siquiera hablaste con él. Sólo lo tomaste por la garganta. Dale una oportunidad al hombre…” dijo ella suavemente, tocándole el brazo.
Héctor apartó su mano. “En verdad no lo entiendes. ¿No es así?” Si él no hubiese vendido ese rifle, mi padre estaría vivo ahora”.
Pickle se enojó, con su mano en la cintura. “¿De verdad? ¿Frank apuntó a tu casa con el rifle? ¿Esta casa? ¿Disparó el arma? ¿Su dedo estaba en el gatillo? ¿Fue él quien de alguna manera planeó cualquier pelea que el pistolero tuviera con tu padre?
“Vete a la mierda”, le espetó.
Ella se mantuvo firme. “No, dime. ¿Él causó la
