CAÍDA CINCUENTA Y TRES La mente de Patty fue hasta su primer encuentro con Diego, por alguna razón. Ella conoció a Diego durante una parranda de drogas. Recientemente él había conseguido dinero, una de sus muchas estafas y todo eso, finalmente había funcionado y lo había gastado todo en dos cosas: una atleta del malabarismo y una gran bolsa de cocaína. Patty le llevó ambas “cosas a él; ella misma y la bolsa. “Hola” dijo ella con disgusto. Diego no era exactamente un hombre que tomara una ducha a menudo. “¡Hola Patty Roo! Es magnífico conocerte. Te he puesto el ojo durante bastante tiempo. Por favor, siéntate”, dijo y le ofreció un puesto en el sofá plagado de pulgas. Sacó alguna basura fuera del sofá. “Me quedaré parada, gracias. Aquí está tu encargo”. Dijo Patty entregándole la bolsa