Alan
Leilah ha estado más pensativa qué de costumbre y me causa una amarga sensación en el estómago que sea desde que desapareció en su fiesta de este examen profesional. Bueno, el examen del examen fallido.
No sé cómo hablar con ella porque temo que todo se vaya al diablo si me atrevo a exigirle que me diga de una vez dónde diablos estaba.
Ella tampoco luce muy colaborativa y eso me tiene atado de manos porque no puedo evitar sentirme enojado con ella cuando se escapó quién sabe a dónde sin decirle a nadie por un supuesto pastel que nunca llegó solamente para continuar taciturna y perdida, como si hubiese birse ocurrido un acontecimiento importante en su vida, de la cual no estoy ni remotamente enterado.
Las cosas entre nosotros no están bien y solo faltan pocas semanas para la boda.
