Leilah luce perpleja, incluso su sedosa piel va perdiendo color al verme, ha soltado las llaves y se queda viéndome fijamente unos cortos segundos, antes de formular esa pregunta Ni siquiera sé todavía si es una alucinación o no, solamente quiero tenerla cerca, recordar el sabor de su boca, el calor de su piel y el sonido de su voz que me vuelve tan loco en más de un sentido. Pero ella me mira ahora con pánico. —Peter encontró el repuesto —me encojo de hombros, aparentemente indiferente, antes de probar el licor en mi vaso nuevamente. Me siento cada vez más con desgano, ni siquiera sé cómo voy a tener fuerzas para levantarme de esta cama. Ella parece agitada, sus ojos se abren en toda su extensión y va echándose hacia atrás, como si mi sola presencia fuera la peste negra. Choca cont

