Me muevo hacia atrás llevándola conmigo, acercándome paulatinamente hacia la suave cama, la siento tensarse en el sitio pero no desisto, empero, su fuerza no es suficiente para hacerme detener, para que deje de mover mis brazos por su grácil anatomía. —Leilah... —musito, cuando da un nuevo empujón con la suficiente fuerza para dejarme descolocado, por lo que suelto mi agarre. Mi respiración está agitada, mi pecho sube y baja de manera errática al igual que el de ella, y siento el pulso atronar detrás de mis orejas. —No —dice en tono firme, dando un paso lejos de mí. Detrás de ella está la marquesina de la ventana abierta, sus ojos sueltan copiosas lágrimas que me provocan un nudo en la garganta—. Me casaré con Alan en pocas semanas. —No lo amas a él —digo en tono firme, pero el nudo se

