Los paisajes magníficos de la isla fueron un espectáculo para nuestros ojos mientras recorrimos el lugar, pero mi verdadero deleite es ver a Leilah metida en ese vestido sexy de color azul que parece una segunda piel, ajustado a su cuerpo. En su mirada puedo leer la satisfacción que le causa que no pueda dejar de mirarla, que en mis ojos se note el deseo que despierta en cada célula de mi piel, y el querer de manera desquiciada arrancar esa tela para poder saciarme de su suave piel y su cuerpo entero. —¿En verdad tenemos que salir a esa estúpida cena? —carraspeo incómodo al notar mi erección ir despertando, apretando mis pantalones. Joder, quiero desvestirla como un demente y eso que apenas hace poco tiempo ha cubierto su magnífico cuerpo. Mi deseo por ella no parece disminuir ni un

