Capítulo 1; Un error

2237 Words
—¡Tienes que sacarme de aquí! –murmura mi hermana a penas respondo la llamada. Observo el reloj y marca las tres en punto de la mañana, nuestra hora. —Maya no puedo, ¿Qué dirá tu esposo si se entera? —Me importa un carajo. No quiero seguir aquí, fingiendo que todo está perfecto. Llévame a uno de tus viajes Mía, llévame lejos, necesito respirar y... —¿Te hizo algo? –cuestiono preocupada y solo la oigo llorar. —Es un tormento Mía, él es tan idiota y no puedo soportarlo, es tan despiadado conmigo y me duele que solo me use. El corazón se me hace pequeño al escuchar a mi hermana hablar así, no puedo ni quiero que siga sufriendo todo esto, ella no lo merece, nunca lo mereció. Pero nuestro padre fue un necio al querer casarla con Caleb Harrison solo por qué tendría negocios con él. —No llores Maya que me partes el alma. —Odio estar lejos de ti por qué ahora me doy cuenta de que en realidad la fuerte eres tú y no yo como pensamos. Tú eres mi fuerza. ¿Entonces vendrás por mi? —Esta bien Maya, Mañana a primera hora voy a tu casa y haré todo lo necesario. ¿De acuerdo? —Te amo hermana, ¿lo sabías? —¿Solo por qué voy a darte un break de tu matrimonio? —No, siempre has sido la única que sabe cómo se siente mi corazón en realidad. —Te amo Maya. –le digo a punto de ponerme llorona. —Te amo Mía. Cuelga la llamada y yo trato de conciliar el sueño de nuevo pero no puedo. La idea de que Caleb sea malo con ella me embarga, hace que mi corazón se haga pequeño de dolor. Imágenes intrusivas llegan a mi mente, en todas él está siendo un idiota con ella, tomándola fuerte del brazo, hablándole mal, usándola como su objeto como ella me ha contado incontables ocasiones, me duele mucho que el esposo de mi hermana sea tan malo con ella. Maya se tuvo que casar con Caleb por mandato de nuestro padre quien, naturalmente, se quedó atorado en el siglo pasado y aún mantiene positiva la idea de los matrimonios arreglados. Y se preguntarán por qué a ella primero y no a mí, bueno, cuando Caleb pidió la mano de una de las hijas del gran hombre de negocios, Erick Wood, yo estaba muriendo de un enfermedad extraña que contraje por culpa de un insecto y no estaba en mi mejor momento para aceptar una boda. Ahora que lo pienso hubiese sido menos doloroso tener que aguantar yo por qué siendo honestas, Maya lo está pasando muy mal y yo haría cualquier cosa por no verla sufrir. **** —Es una enorme sorpresa tenerte aquí, Mía. –asegura la suegra de Maya en cuanto abre la puerta de la enorme casa en la que vive mi hermana. —Lo sé señora Harrison, lamento no haber venido antes. —Tu madre me ha contado que viajas mucho tomando bellas fotografías. Incluso he comprado algunas muy bonitas. —Agradezco mucho su apoyo de verdad, para mí esto se convirtió de un hobbie a algo más grande. —Eres maravillosa tomando fotos Mía, de eso no cabe duda. ¿Vienes a ver a Maya? —De hecho vengo a ver a Caleb. –confieso y veo la sorpresa pasar por sus ojos. —¿A mi hijo? ¿Sucedió algo? —No, de hecho vengo a traerle unas fotografías que me pidió para un proyecto que tiene pero no puedo decirle nada a nadie así que esto no lo supo por mi. –recalco y ella sonríe con complicidad. —Yo no diré nada. Está en su despacho, ve mientras les llevo algunos aperitivos. ¿Te quedas para comer? —Bueno en realidad yo... —Por favor di que si, nos alegrarás el día. —De acuerdo. Alison, la madre de Caleb camina hacia la cocina encantada con mi respuesta, Maya no ha bajado a pesar de que ya le mandé un mensaje diciendo que había llegado. Me preocupa que no esté aquí. Camino hasta el despacho de Caleb y llamo antes de entrar. Su mirada se mantiene sobre unos papeles hasta que me aclaro la garganta. Cuando alza la vista hacia mi sonríe y se levanta de su silla. —¿Necesitas algo, linda? –cuestiona y yo le muestro mi mano izquierda. Él al darse cuenta de que no soy Maya, se pone rojo y niega con la cabeza. —Lo siento Mía, por un momento creí que eras... —Maya, –lo interrumpo–, no te preocupes Caleb, siempre me pasa. —Es que son tan idénticas, juntas no podría distinguirlas si te soy honesto. –confiesa mientras me lleva al área de la pequeña sala que tiene ahí. —No somos tan idénticas. ¿O si? —Por supuesto que sí, incluso en la voz. Es escalofriante si me permites decirlo. —Somos de las pocas gemelas que son noventa y ocho por ciento idénticas. —¿Qué es ese dos por ciento que las hace diferentes? –cuestiona y yo sonrío. —El uno por ciento de esa cantidad es el nombre. –aseguro y sonríe por qué es obvio. —De acuerdo, tienes razón. ¿Pero que hay del otro uno por ciento? –cuestiona pero lo le respondo por qué sería muy inapropiado. —He traído las fotos que me pediste, no fue fácil tomarlas y no compartirlas. Son hermosas. –aseguro entregándole la carpeta. Su madre entra con una bandeja de aperitivos y té, yo sonrío internamente complacida por qué amo el que ella prepara. —Les traje solo un poco por qué la comida ya casi está lista. Mía se queda con nosotros a comer, ¿Verdad? —Claro que si, señora Harrison. —¿Cuándo será el día en el que me llames solo Alison? —No puedo acostumbrarme. —Mamá, ¿has visto a mi esposa? –cuestiona Caleb y puedo notar su tono de voz cambiar radicalmente. —No, no ha bajado para nada. Pediré que la llamen. —No es necesario, iré a buscarla yo. —De acuerdo. Alison deja la bandeja y sale del despacho de Caleb, él toma las fotografías y las observa. Sonríe en cuanto las ve. —Son preciosas, realmente podría decir que cualquier persona es capaz de tomar una fotografía pero no es así. –señala y me mira fijamente–, algo me dice que no solo venías a esto. ¿Verdad? —Ahora el que da miedo eres tú. Tienes mucha razón, venía a hablarte sobre un asunto con Maya. —¿Qué ocurre con ella? –cuestiona desviando la mirada. —Haré un viaje a Nepal, es la primera vez que voy hasta ese continente y me gustaría que Maya fuera conmigo. –le digo y sus ojos verdes se fijan en mi. —¡No! –responde y se levanta de la silla. —¿Hay algún problema con ustedes? —Mia por favor, no finjas que no lo sabes. Ofendes mi inteligencia. —Solo quiero que ella esté bien y sean felices. Un viaje no le hará mal, la ayudará a pensar. —¿A pensar es qué? ¿En cómo dejarme? Te recuerdo que tu padre hizo un trato conmigo, Mía. —Ella no te ama, pero podría hacerlo si tan solo la dejas ir y... —¿Tú la harás cambiar de opinión? —Puedo hablar con ella. Sé que han tenido fuertes peleas Caleb, Maya jamás me oculta nada y está muy dolida por... —¡Mía! –me interrumpe la voz de mi hermana y en cuanto llega se abraza a mi. Noto su incomodidad y le pido que me espere en la sala. —De acuerdo, te veo allá. Cuando ella se da la vuelta puedo ver a Caleb mirarla con furia. Mi corazón se acelera pues me niego a creer que Caleb siendo tan amable conmigo sea un idiota con ella. No me cabe en la cabeza que se comporte como dos personas distintas con tanta facilidad. —Solo será una semana o menos. Ella necesita salir de vez en cuando conmigo. Siempre estuvimos pegadas como chicle, debes entender que es difícil para ella. —Te quedas a comer, ¿verdad? –cuestiona sin mirarme. —Sí. —Lo pensaré. –asegura y esa es mi señal para irme. —Gracias por recibirme Caleb. —Siempre es bueno, chica viajera. –señala llamándome por mi ridículo nombre artístico. Asiento y salgo del despacho sintiéndome muy confundida con sus cambiantes actitudes. Llego hasta donde se encuentra mi hermana pero me detengo al notar que ella y Alison discuten de manera acalorada, no alcanzo a escuchar que dicen puesto que estan en el jardín y solo veo a mi hermana exaltarse al igual que Alison. Mi hermana entra furiosa a la casa y sube las escaleras, Alison entra después de ella y yo finjo que apenas vengo. —¿No te irás o si? —No, prometí que me quedaría a comer. ¿Ha visto a Maya? —Creo que subió a su habitación, no estoy segura, no la he visto, pero si quieres puedo llamar para que la busquen. —No se preocupe, iré a buscarla. —Pediré que les avisen cuando este lista la comida. –asegura y se retira. Yo subo la escalera llegando hasta la habitación de mi hermana. Cuando entro puedo verla sin blusa y lo que parece ser una marca en su espalda. Camino hasta ella y la toco, se sobresalta al mirarme. —¿Qué carajos? –cuestiono y sus ojos me miran con fijeza antes de nublarse con lágrimas. —Mia, dime por favor que te dijo que sí. —¿Él te lo hizo? —Por favor guarda silencio. Si él llega a oírte es posible que no me deje ir contigo. —Podemos denunciarlo si te ha dañado. —¿Si? ¡Caleb es intocable, Mía! No seas tonta por dios. Solo me pondría en riesgo y en ridículo. —Podríamos ir a otro lugar a denunciarlo. —Lo único que puedes hacer es sacarme de aquí y dejarme descansar de él. Quizás cuando vuelva todo sea menos doloroso. Por eso quiero irme contigo, tienes que convencerlo. ¿A dónde irás esta vez? —A Nepal. —¿Nepal? ¿No puedes ir a un lugar que no esté tan lejos? —¿Qué tiene de malo Nepal? Hay un lugar precioso al que quiero ir. Un retiro espiritual que nos ayudará mucho. —Yo no... —Un retiro espiritual sería una buena opción para ti, Maya. –señala la voz de Caleb tomándome por sorpresa. —Debes llamar a la puerta, Caleb. —Lo siento, pero es mi habitación y no creí que fuera necesario. —Eso ya lo sé, pero te recuerdo que no estoy sola. –señala y me mira a mi. —Lo lamento, tienes razón. Mi madre me mandó a avisarles que la comida ya está lista. —No tengo hambre. –señala Maya sin mirarlo. —Ni siquiera has desayunado, Maya. –señala y puedo ver su expresión cambiar en segundos. —Y... —Me quedaré a comer hoy, Alison me ha invitado. Vamos a comer que muero de hambre. ¿Si? —¿De verdad te vas a quedar? –cuestiona con esa mirada de alivio y mi mente viaja a la edad de ocho años cuando tuvo pesadillas por primera vez y me pidió dormir con ella. —Sí. –aseguro y asiente encantada–, veré qué se ponga bonita y bajamos. ¿De acuerdo? —Bien. Caleb sale de la habitación y Maya se deja caer en la cama y comienza a llorar, haré todo lo posible para que Caleb acepte que Maya se vaya conmigo, una vez allá la voy a convencer de que lo denuncie. *** —Mia, Caleb me dijo que te vas a Nepal. –señala Alison y asiento. —Hay un retiro espiritual al que deseo ir, necesito relajarme un poco y conectarme con todo aquello que me desconecté. —Me encantaría ir a uno de esos. Promete llevarme la próxima vez que vayas. —Por supuesto que sí. Tomaré una fotografía para que puedas ver la belleza del lugar. —No esperaba menos. –me señala y sonríe. —Maya irá con Mía está vez. –confiesa Caleb sin despegar la mirada de su plato–. Espero que también pueda conectarse con lo que necesita conectar y volver a casa feliz. ¿Verdad, linda? La incomodidad en mi hermana es tan palpable que puedo sentirla. Ella limpia sus labios y asiente. —Iré a preparar mi maleta, permiso. Nadie en la mesa dice o hace algo cuando ella se va, Alison mira fijamente a Caleb quien juega con la comida. —¿Hijo? —Te enviaré lo acordado Mía, gracias por venir. Tengo trabajo madre, no quiero que nadie me moleste. –pide levantándose de la mesa sin siquiera mirarla. Maya baja con su maleta y sonríe desde el marco de la puerta del comedor. —Estoy lista. –asegura y ese sentimiento de desasosiego se enreda en mi pecho. Espero no estar cometiendo un error.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD