1. Mis Errores

983 Words
Entonces allí va una vez más otra mujer cruzando mi puerta mientras maldice mi nombre y el tiempo que “perdió” conmigo. Sinceramente, ya perdí la cuenta de cuantas veces lo intente, al igual que las veces que mi personalidad fría y distante hace que pierda la oportunidad de tener una relación que dure un poco más de un promedio de tres meses. Dicen por ahí que hay gente que tiene suerte en el juego y mala suerte en el amor, comienzo a creer que es cierto y que debería ir inmediatamente a un casino a comprobar si dicha teoría es cierta. —¡No te quiero ver nunca más en mi puta vida! — Exclama Violeta mientras termina de salir de mi casa y da un portazo que deja temblando los cuadros que cuelgan en la pared, algo que me preocupa un poco ya que pague bastante caro por ellos. Mis expectativas al llegar a casa después de un largo día en la corte definitivamente eran otras, pero no, como siempre gano la frase “pareciera que no existo, le prestas más atención a tus clientes que a mí.” Saldría a buscarla, a decirle que no se vaya, que todo cambiara, pero ¿a quién quiero mentirle?  «Las cosas son como son y mi vida es como es.» Me digo por dentro y es que al final del día, tampoco quiero cambiar.  —Si no era hoy, era dentro de una semana. — Me digo mientras cierro la puerta con llave y recurro a mi “kit” de depresión post relación fallida que nunca falta en casa.  Busco la botella de Ginebra, la tónica, las rodajas de limón y como todo un experto después de mucha práctica, me preparo el mejor gin-tonic de todos y me siento en mi nuevamente solitario sofá para buscar una buena serie policiaca en Netflix que me haga olvidar de absolutamente todo.  Llamar a un amigo e ir a un bar para “ahogar” las penas, sería una buena opción, pero la realidad es que entre la división de “bienes” entre una pareja y otra pareja, perdí muchos amigos. También perdí otras cosas como camisas que nunca me regresaron, dinero en regalos costosos, fotografías en lugares icónicos del mundo y, sobre todo, mi autoestima. Soy uno de los mejores abogados de divorcios que existe en la Florida y el mejor de Orlando, pero en mi vida privada soy un absoluto desastre, esa es a la conclusión que se puede llegar.  Entre tantas relaciones fallidas, aprendí que el sexo solo hace que una relación dure mientras que dure el fuego, pero una vez que el sexo pasa a un segundo plano y los reclamos pesan más, todo cambia.  “Otra vez tarde.” “Nunca tienes tiempo para mí.” “¿Tanto costaba un maldito mensaje de texto?” “Deja de pasar tantas horas en tu despacho.” “¿Otra vez preparando un caso?”  “Yo no te importo en absoluto.” Podría enumerar los reclamos al igual que mis errores y quizás salgamos en un empate que me haga ver que todo es un fracaso en mi vida amorosa y que si la inspiración llega para una cena romántica o un viaje inolvidable, es pura casualidad.  Mi celular suena en medio del capítulo de la serie a la cual no le estoy prestando atención y al ver la pantalla, sonrió. Lo único bueno que me quedo del inventario de relaciones fallidas que tuve, fue cuando entre la división de “bienes” de las amistades que hicimos en común con Sabrina, otra de mis exnovias, Natalia decidió seguir siendo mi amiga y no de ella.   Inmediatamente respondo la llamada y es que a ella nunca puedo dejar de responderle —¡Facu!— Me grita del otro lado y el ruido de la música es ensordecedor. —Nati, ¿Dónde estás? ¿Qué es ese ruido? — Pregunto un poco más animado al escuchar su voz. —Estoy en la presentación de uno de mis grupos de baile, ¿Por qué no te vienes? Te va a encantar. — Me propone.  —Nati, no estoy de ánimo, termine… mejor dicho Violeta termino conmigo. — Le explico en un breve resumen. —¡¿Otra vez Rossi?! Que manía contigo y tus rupturas… entonces, con más razón, muévete de ese sofá y ven a ver a mis chicos, te encantara lo que preparamos, deja de ser el abogado aburrido y se mi amigo por esta noche. — Insiste haciéndome reír y si rio en medio de mi depresión, es gracias a ella.  —Está bien… dame unos 20 minutos y estoy allí, pásame la ubicación. — Le pido y no sé que poder tiene ella para convencerme de todo. —Enseguida, eso sí, no vengas con tu traje aburrido. — Bromea.  —¿Quieres que me vista como bailarín de hip-hop o qué? — Cuestiono y me rio con tan solo imaginármelo. —No estaría nada mal, le daría un poco de color a tu aburrida vida. Ahora levántate y ven, prometo que te daré un gin-tonic para reemplazar el que seguramente ya estas bebiendo. — Me dice y aunque llevamos menos de un año siendo amigos, me aprendió a conocer a la perfección. —Con mucho hielo. — Añado y ríe. —Ya le digo al rubio de la barra que te lo prepare, ahora date prisa. — Insiste. —Intenta no estar con el detrás de la barra cuando llegue. — Bromeo haciéndola reír — Nos vemos Nati.— Le dejo saber y sin más, termino la llamada. «Ay Natalia… tú y tu manera de lograr sacarme del lodo…» Pienso mientras me levanto del sofá para ir a prepárame para salir a pesar de que no estaba en mis planes. 
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