Carlos Fontaine. Durante un largo rato me quedo ahí cabizbajo hasta que una mano me saca de mi desbarajuste. María se pone a mi lado en el piso y me abraza con fuerza. —No me va a perdonar —digo aun mirando al piso. —Nunca lo hará. No lo merezco. —Eso no lo sabes hermano —me obliga a mirarla agarrando mis cachetes con ambas manos. —Los hechos siempre pueden más que las palabras, y lo que necesitas es demostrarle lo que sientes, no sólo decírselo. Sonríe y eso me da a entender que algo está tramando en esa loca cabeza suya. Se levanta y me ofrece su mano para seguirla. Lo hago sin mucho ánimo. —Sólo necesita un poco de tiempo y mucha ayuda —me dice una vez que estamos en mi habitación. —Estoy segura que cederá, sólo déjala respirar, pensar. No la asfixies —me sugiere mirándome fijamen