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Tú, ¿mi jefe?

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escape while being pregnant
kickass heroine
blue collar
drama
office/work place
childhood crush
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intro-logo
Blurb

Aitana Hamlin trabaja en el circo de sus padres y, aunque es feliz, siempre ha deseado una vida diferente.

Una noche conoce al apuesto joven Caleen Simmons, quien proviene de una familia muy importante, y aunque eso es un obstáculo entre ellos, no les impide tener una hermosa historia de amor, que se vuelve un tormento cuando las circunstancias los separan.

Después de varios años, el destino los une de nuevo y ya nada es igual, Caleen Simmons es todo lo opuesto a lo que Aitana recordaba.

¿Qué pasará con ese reencuentro?

¿Tendrán posibilidades de revivir aquel gran amor?

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1.- Un chico especial
Hola mis bellas, aquí vengo con otra historia nueva deseando que la disfruten, nos vemos en Febrero con actualizaciones diarias. ****** Tú, ¿mi jefe? Es una novela exclusiva en la plataforma Dreame y Sueñovela. Escrita por Dannya Menchaca (DannyaRent) registrada en SafeCreative bajo el código: 2301133177330 Se prohibe cualquier copia parcial o total de la obra, ya que estará infringiendo los derechos de autor. ************ Hoy tenemos función de media noche ya que en unos días será viernes trece y se podría decir, que esos son nuestros mejores días, además de la temporada de Halloween.  Trabajo en el circo de mis padres, es un circo algo diferente, tenemos funciones paranormales por lo que aprovechamos las fechas relacionadas con el terror, estos días, la mayoría de los jóvenes buscan diversión paranormal y en eso es especialista nuestro circo.  Aunque yo no tengo mucho que ver en las funciones, ya que prefiero atender la taquilla, también ayudo a preparar algunas cosas o maquillo a las bailarinas, después de todo maquillar fantasmas o zombies no es tan complicado. Mi madre no se cansa de recordarme que no hay mucho en lo que pueda ayudar, ya que según ella no tengo ningún talento; ella es vidente, lee la mano, a mi en realidad nada de eso me llama la atención, tal vez por eso no tengo ningún don, no creo en que una persona pueda predecir tú futuro, soy escéptica en ciertas cosas y actuar en las funciones tampoco es lo mío, me gusta verlas, pero no salir en ellas.  Mi padre maneja el circo desde mucho antes que yo naciera, soy hija única y aunque les molesta que no hago funciones, saben que cuentan conmigo para todo lo demás. Tengo 18 años, mi vida se podría resumir en viajes, muy pocas veces nos quedamos más de un mes en el mismo lugar, a menos que sea la temporada de Halloween o nos vaya bien.  En esta ocasión estamos en Los Angeles, California; tenemos pocos días de haber instalado el circo, y realmente nos está yendo bien, ya que hemos vendido todas las entradas desde el primer día.  En unos minutos empezará una de las últimas funciones de hoy y ya estoy en la taquilla atendiendo a las personas.  —Me das cinco boletos, por favor —escucho una voz que de inmediato me hace levantar la mirada, un chico vestido de manera muy formal me mira esperando sus boletos. Es alto, delgado, tiene el cabello negro un poco revuelto, sus ojos se ven oscuros, está sonriendo por lo que puedo ver su perfecta y blanca dentadura. —¿Todavía hay boletos? —me pregunta sacándome de mis pensamientos.  —Sí, claro —respondo. Rápidamente tomo los boletos y se los entrego, él me sonríe y me entrega un billete, estoy por darle el cambio y niega con la cabeza. —Quédate con el cambio, gracias —me guiña un ojo y se va acompañado de su grupo de amigos, que se ven igual que él de elegantes y ni qué decir de las chicas, se ven hermosas y con mucha clase.  Las personas en la fila me hacen volver a la realidad y sigo trabajando, olvidándome de ese chico tan guapo. Después de unas horas me voy a mi trailer, entro y me dejo caer en la cama, a veces quisiera salir de esta vida, aunque es lo único que conozco; no sabría que hacer fuera del circo, los estudios que tengo son los básicos que he tomado aquí.  Sueño con un trabajo estable, en una oficina, en la que tenga que ir vestida con una falda, medias y zapatillas; lo que me hace recordar al chico de la taquilla, se notaba que proviene de una familia adinerada, soy muy consciente de que un hombre como él, nunca se fijaría en una mujer como yo, no me siento fea, pero tampoco creo ser el tipo de mujer para un hombre así.  Tengo una estatura promedio, mi cabello es café cobrizo un poco ondulado, mi piel es clara, mis ojos son color marrón y aunque soy delgada, no me siento mal con mi cuerpo, además hago mucho ejercicio con todo el trabajo que tenemos dentro del circo, siempre estamos moviendo y limpiando todo. Veo el reloj y me levanto para ir a ver la función. —Hola Aita —escucho a mis espaldas cuando voy llegando a los camerinos, como ya sé de quién se trata, no me doy la vuelta. —Hola Igor —contesto sin prestar atención.  Igor es la estrella del circo ya que hace varios espectáculos, mi padre lo adora y cada vez que puede me repite que quiere que me case con él algún día, tiene 25 años y no es feo, al contrario: tiene un buen cuerpo, cabello rubio, ojos verdes y sin duda siempre se roba los suspiros de todas las asistentes, pero a mi no me provoca nada, ni siquiera logra sacarme una sonrisa, mucho menos un suspiro. —¡Aitana! —exclama mi madre detrás de mí y me hace pegar un salto de la impresión. —¿Qué pasa mamá, por qué gritas?  —Lo siento, no quise asustarte, ve a descansar, tu padre te necesita mañana temprano.  —Pensaba ver la función —le digo y niega. —No, ya la verás en otro momento.  Asiento y me despido, estoy por entrar a mi trailer cuando escucho como si alguien se estuviera ahogando, me doy la vuelta y ahí está él, el chico de los boletos, está vomitando y realmente se ve pálido, me acerco y al verme se cubre la cara. —¿Estás bien? —le pregunto preocupada y niega con la cabeza. —Lo siento, que pena que me vieras en estas circunstancias —se disculpa avergonzado. —No te preocupes ¿puedo hacer algo por ti? —indago. —¿Tienes algo para el dolor de cabeza? —pregunta tocándose la frente.  Me quedo pensando un momento. —Acompáñame, creo que tengo unas pastillas que te pueden ayudar.  Asiente y me sigue, cuando abro la puerta de mi trailer se queda de pie observándome. —Pasa, no te voy a hacer nada —aseguro.  —No es eso, pero no creo que sea correcto —responde formal.  Sonrío, lo tomo de la mano para hacerlo entrar y se queda viendo todo a su alrededor. Mi trailer es pequeño, pero tengo mi cama, una mesa con dos sillas, una parrilla para cocinar y un refrigerador.  —No me imaginaba que se vería así —comenta mirando todo.  —¿Así cómo? Se sienta en la cama y sonríe. —Tienes todo muy bien ordenado y es como una pequeña casa, además tus adornos tan llenos de colores le dan un toque alegre, realmente se siente como una casa. Busco las pastillas y pongo agua para prepararle un té. —Es que, es mi casa, digamos que aunque nos mudamos de ciudad yo vivo aquí, y soy muy feliz porque la compré con mis ahorros. —Lo entiendo, perdón no quise ofenderte —se disculpa. —No lo hiciste—preparo el té y se lo entrego con la pastilla. —Tómalo, te ayudará con el dolor de cabeza. —Gracias. —¿Te duele muy seguido la cabeza?  —Algunas veces, desde pequeño he sufrido de migrañas y tengo medicamentos, pero en esta ocasión no los traje —se queda viendo mi cama y sonríe. —¿Te gustan mucho los pandas? —me pregunta al ver un enorme peluche. —Sí, me parecen muy tiernos —contesto—. ¿No vives aquí?  —Vivo en Santa Bárbara, mis amigos y yo venimos a ver la función. —El viernes habrá una muy especial, mucho más tenebrosa que la de hoy. Me sonríe y tengo una sensación extraña. —¿Cómo te llamas? —me pregunta mientras da sorbos al té. —Aitana ¿y tú? —Caleen, te ves muy joven ¿cuántos años tienes? —18. —Pensé que eras menor de edad. Sonrío y me siento a su lado. —¿Te está ayudando el té?  —Sí, muchas gracias, ni siquiera terminé de ver la función. —Puedo regresarte el dinero de tu entrada —sugiero. —No, no te preocupes por eso, tal vez tenga que venir en otra ocasión —dice. Se termina el té y me devuelve la taza—. Muchas gracias por tu ayuda—se pone de pie—. De verdad me sentí mucho mejor. —Me alegra que te sirvieran —lo acompaño y empezamos a caminar. —¿Quieres entrar de nuevo, aún falta para que se termine la función? —ofrezco. —No gracias, esperaré a mis amigos en el coche. —¿Puedo preguntarte algo?  —Claro —responde. —¿Qué edad tienes? —lo interrogo curiosa. —Tengo 22 años —responde y se pasa las manos por el cabello. En eso escuchamos un ruido y cuando volteo, Igor viene a nuestro encuentro. —Aita, tu madre te mandó a descansar—me recrimina molesto mientras observa a Caleen. —Bueno Aitana, muchas gracias por todo, espero vernos de nuevo —comenta y mira a Igor que se ve muy molesto. —Adiós Caleen, cuídate. Asiente y se aleja mientras yo me quedo mirándolo. —Aita, ¿escuchaste lo que te dije? —grita Igor a mis espaldas. —Sí, Igor —bufo—. Ya me voy a dormir. —¿Quién era ese tipo? —me interroga. —Estaba viendo la función y se sintió mal. —¿Y qué hacías con él? —indaga. —No podía dejar que le pasara algo, por eso me acerqué para ver que tenía. —Debes tener cuidado, muchas personas creen que porque trabajamos en un circo somos presa fácil. —Ya viste que no me hizo nada, al contrario, fue muy amable —digo y mueve la cabeza negando. —Eres demasiado ingenua —se burla. —Adiós, Igor —me despido y voy a mi camarote a descansar. Al día siguiente, me despierto muy temprano y voy a ayudar a mi padre con la limpieza de la carpa. Empiezo a recoger la basura de las gradas y en eso se acerca mi madrina Kenny. —Buenos días, hija —me saluda. —Buenos días.  Mi madrina es hermana de mi madre y nunca se casó, ni tuvo hijos, podría decirse que ella es la que me ha cuidado la mayor parte del tiempo, gracias a ella logré estudiar, porque mi madre no quería que lo hiciera. Ella lee las cartas y aunque no gana mucho dinero, es su manera de colaborar con el circo, también ayuda en la taquilla algunas veces y hacemos limpieza. Como dice mi padre, aquí nadie vive gratis y es completamente cierto. Terminamos y me voy a la taquilla para empezar con la venta de boletos. —Hola —escucho una voz conocida y levanto la mirada, Caleen me mira con una enorme sonrisa.  —Hola, ¿cómo estás? —le pregunto. —Bien, tus remedios me ayudaron bastante —responde. —Me alegro, ¿vienes a ver la función? —indago. —No, de hecho solo pasé a traerte algo. —Espérame un momento —le pido y cierro la taquilla, guardo el dinero en la caja de seguridad y salgo. —Es un detallito, pero lo vi y me recordó a ti —saca de su bolsillo un llavero de un panda que tiene las mejillas rosas. —Oh, es hermoso —digo tomándolo—. No tenías porque molestarte. —No es molestía, es agradecimiento.  —De verdad me encantó, gracias. —Aitana, ¿quieres ir a almorzar? —pregunta mi madrina acercándose.  —Mira madrina, él es Caleen. Esta mañana mientras hacíamos limpieza le conté lo que pasó ayer.  —Un placer, Caleen, soy la madrina Kenny.  —Un placer, señora Kenny —la saluda muy formal—. ¿Me permitirían invitarlas a almorzar? Miro a mi madrina esperanzada y se queda pensando por un momento.  —Está bien, aceptamos ese almuerzo, ya que no hemos desayunado. —Vamos —responde Caleen. Lo seguimos hasta su coche, un deportivo descapotable que se ve muy moderno y costoso. Mi madrina se sube en la parte de atrás y yo al frente. —¿A dónde quieren ir? —pregunta mientras arranca el coche.  —Me muero por una hamburguesa —responde mi madrina—. Y no digan que no es hora, cualquier hora es buena para comer hamburguesa y papas.  Caleen sonríe y yo me quedo mirándolo como una boba, mi madrina me da un golpecito en el hombro haciéndome reaccionar.  —Entonces las llevaré a un lugar en el que venden unas deliciosas. —Perfecto —contesta mi madrina frotándose las manos emocionada. Llegamos a un restaurante que tiene mesas al aire libre, parece una cabaña ya que todo es de madera, realmente hay de todo tipo de hamburguesas, mi madrina no sabe ni qué pedir. —Recomiendo la de la casa, es deliciosa —sugiere Caleen y esa ordenamos acompañada por papas y refresco. —¿Y qué haces de tu vida Caleen? cuéntame un poco de tí —le pide mi madrina. —Estoy estudiando arquitectura y por ahora trabajo con mi madre en bienes raíces.  —¿Tú padre es arquitecto también? —le pregunta. —No, mi padre se dedica a la política.  —¿A ti no te gusta la política? —indaga mi madrina. —No, prefiero la construcción de edificios.  Llegan con nuestras hamburguesas y realmente están deliciosas, Caleen se ríe un poco de nosotros porque no dejamos de hacer ruidos saboreando la comida, terminamos y volvemos al circo.  —Gracias Caleen, disfruté mucho la comida —agradece mi madrina —. Aitana no tardes mucho, porque ya sigue otra función —dice y se despide.  —¿No te quedaras a la función? —le pregunto y me sonríe. —¿Te gustaría que me quedara?  —Sí, te puedo acompañar a verla, así no te dará miedo —bromeo y suelta una carcajada.  —Está bien, acepto, la verdad si me daba miedo entrar solo. —Vamos a la taquilla y ya que cerremos te acompaño a la función.  Las personas empiezan a llegar y Caleen me ayuda con la venta de los boletos. —Creo que cambiaré de profesión ¿tú padre no necesita algún empleado extra? —bromea—. Puedo disfrazarme de fantasma o de zombie. —Serías un zombie muy guapo —digo sin pensar y me pongo roja al instante mientras él tiene una enorme sonrisa—. Creo que ya va a empezar la función —menciono cerrando la taquilla. Entramos al circo y nos sentamos un poco alejados, para evitar problemas. Apagan las luces y empieza la función, siempre he pensado que todos los artistas del circo se merecen todo el respeto del mundo, hacen un gran trabajo, ya sea en el trapecio o con los shows, van contando historias terroríficas mientras las van recreando, muchas personas en el público saltan del susto de sus asientos en algunas ocasiones.  La función termina y salimos. —¿Te gustó? —le pregunto. —Sí, la verdad es muy buena, tenía ganas de gritar del susto, pero me dio pena contigo. Suelto una carcajada y se queda mirándome. —Tengo que irme, aunque estoy de vacaciones necesito revisar algunas cosas del trabajo. —Gracias por el llavero y por la comida —le digo. —De nada, la pasé muy bien —se acerca y se inclina un poco para darme un beso en la mejilla—. Ese llaverito me recordó a ti, por pequeña. —No soy pequeña —me quejo—. Tú eres alto. —Nos vemos, llaverito —se despide. —Adiós, Caleen. Se va y me voy a mi trailer, me dejo caer en la cama suspirando cuando escucho que se abre la puerta. —Es muy guapo y todo un caballero —dice mi madrina entrando. Se acomoda a mi lado en la cama y suspira—. Eres muy joven hija, no te enamores, recuerda que nos iremos de aquí.  —Lo sé madrina, pero nunca había conocido a un hombre como él. —La verdad yo tampoco —menciona entre risas—. Es el tipo de hombre al que nosotras no podemos aspirar. Asiento con tristeza sabiendo que tiene razón.

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