Alice y Will parte 2

2446 Words
Pasó exactamente una semana desde que decidí ir a terapia. Hoy tengo la primera sesión con un el psicólogo que Will me recomendó, un amigo suyo que tiene excelentes recomendaciones.   Miro el reloj deseando que se detenga. Con cada minuto que pasa más nerviosa me pongo. Sin duda pensarán que estoy loca. En solo media hora tendré que volver a revivir todo y no quiero hacerlo. Recordar no me ayudará en nada. Suspiro apoyando la cabeza en la ventana del coche. Will decidió traerme ya que dudaba que fuera sola. Admito que ha sido un gran apoyo, no me ha presionado en nada más y trata de evitar el tema lo más posible. De hecho hablamos lo justo y necesario y eso me molesta. Eso es algo que voy a comentar con el psicólogo. Tal vez no sea la única que necesite terapia. - ¿Estás bien? – Me pregunta mirando la carretera. - Si. Aprieta el volante tan fuerte que sus nudillos quedan blancos pero no dice nada. Suspira y termina ahí. Quince minutos después llegamos a la consulta y obligada salgo del coche. Will me sonríe y toma mi mano apoyándome. Entramos en el edificio y una mujer bastante mayor nos atiende. - Buenas tardes ¿En qué les puedo ayudar? – Pregunta sonriendo. - Tenemos cita con Carson. – Dice Will. - ¿Nombre? – Pregunta sacando una agenda bastante grande. - Alice Willes. – La mujer pasa un par de hojas y escribe algo con su lapicera. - Muy bien. El segundo piso es del doctor Carson. – No señala el ascensor y vuelve a su computadora. - ¿Lista? – Me pregunta Will. - Si. - Vamos allá. Subimos hasta el segundo piso en silencio. Mis nervios están a flote obligando a Will a tirar de mí literalmente. Nos sentamos en uno de los sofás de la sala de espera. Una mujer de mediana edad está sentada mirándonos fijamente. Me pone los pelos de punta. Observo todo y debo admitir que el doctor tiene una hermosa recepción. Toda la decoración es en tonos tierra y con varios floreros llenos de lirios. Me encantan los lirios. Hay dos puertas frente a mí, una tiene una placa con el nombre del doctor y la otra no tiene nada. Supongo que será un baño o algo así. La primera puerta se abre y sale una mujer con la cara roja y lágrimas cayendo por ella descontroladamente. Me tenso enseguida y Will toma aprieta mi mano. No quiero entrar. No quiero. Un hombre sale detrás de la mujer. Es bastante joven la verdad, alto de un metro ochenta más o menos. Cabello rubio y ojos verdes. Despide a la mujer dándole una palmadita en el hombro y se gira hacia nosotros. Sonríe al ver a Will y se acerca. - James. – Dice Will levantándose y dándole un abrazo. - Will, amigo. ¿Cómo estás? - Muy bien, muy bien. – Se separan y James me mira sonriendo. - Tú debes ser Alice. – Me levanto y le tiendo la mano. - Esa soy yo. – Digo de mala gana. Él levanta una ceja y mira a Will. - Muchas gracias por hacernos este favor. – Dice Will. - Ni lo menciones. Bueno Alice, puedes ir entrando al consultorio. – Mis piernas comienzan a temblar y miro a Will en busca de apoyo. Se acerca y besa mi cuello. - Puedes hacerlo. – Susurra en mi oído. – Voy a estar esperando aquí. Will me da un empujoncito y obligo a mis piernas a moverse. Entro al cuarto y miro todo detenidamente. Un escritorio ocupa casi la mitad del espacio junto con dos sofás de una persona y uno de dos. La puerta se cierra y vuelvo la vista a James que entra y me hace una seña para que tome asiento. - Así que Alice, Will me comentó un poco de porqué estás aquí. – Se sienta en uno de los sofás pequeños y toma una pequeña libreta. Juntos mis manos nerviosa y asiento. - ¿Qué le dijo? – Pregunto - Un poco sobre tus pesadillas. - Ahh... - ¿Quieres hablar de eso? - La verdad es que no. – Sonríe y escribe algo en su libreta. - ¿Por qué no me cuentas un poco sobre ti? - ¿Sobre mi? – Asiente. – ¿Se refiere a las cosas que me gustan? - Tu historia. - Ahh. Bueno...emmm...fui adoptada de pequeña junto con mi hermano Connor – Él asiente y escribe algo. - Así que los dos fueron adoptados por los mismos padres. - Si - ¿Cómo fue eso para ti? - Estaba realmente feliz, desde que entramos en el sistema no creía que alguien fuera a adoptarnos. Los niños de ahí siempre nos decían que las parejas preferían a los bebés y que ninguno de nosotros volveríamos a tener un hogar. - ¿Porqué los adoptaron a ambos juntos? - En realidad solo me querían a mí pero Connor no dejaría que me llevaran a menos que fuera conmigo. Mi madre decidió adoptarnos a ambos. - ¿Cómo te sentiste en ese momento? - Feliz, alguien nos quería lo suficiente como para llevarnos a su hogar para formar una familia. - ¿Cómo eran contigo tus padres? - Supongo que usted sabe quiénes eran mis padres. Fue noticia nacional el incidente. Cada detalle del caso fue transmitido por los canales de televisión y a partir de allí todos supieron secretos que estuvieron enterrados en mi familia por años.  - Lo sé. -Responde.  - Mi madre al principio era la mejor madre del mundo. Jugaba con nosotros, nos alimentaba, nos vestía, no daba muestras de afecto. Algo que ni mi hermano ni yo tuvimos nunca. - ¿Y tu padre? - Papá no era una persona que demostrara sus sentimientos. Los primeros años estuvo bien. Le gustaba pasar tiempo con nosotros aunque nunca nos daba ninguna muestra de afecto. - Dijiste que eso fue al principio. ¿Qué pasó después? - Comenzaron las peleas, papá llegaba muy tarde en la noche y mamá cada vez estaba más estresada. - ¿En qué sentido? - Sospechaba que la estaba engañando. - ¿Qué edad tenías en ese momento? - Nueve. - Habían pasado unos años. - Si. – Cierro mis ojos al volver a escuchar en mi mente las discusiones. Ninguna niñita tendría que vivir eso. - ¿Te sientes culpable de alguna manera? – Vuelvo a abrir mis ojos y lo miro fijamente. - Lo hago. - ¿Por qué? - Por qué si no fuera por Connor y por mi ellos seguirían juntos y nada de esto habría pasado. - Tengo entendido que ella no podía tener hijos. - Si, hubiera sido una buena madre si papá no nos hubiera dejado de lado. - ¿Por qué dices eso? - Porque así es. No soportó no tener hijos biológicos así que decidió tirar todo por la borda y abandonar a su familia para ir a buscarse una amante.– Para de escribir en su estúpido cuaderno y me mira. - Noto que estás muy resentida con él. - ¿Cómo no voy a estarlo? – Suspiro y llevo mis manos a mi cara. – Ni siquiera lo intentó ¿sabes? - No, no lo sé. – Me dejo caer en el maldito sofá y cierro los ojos. - ¿Cuánto falta para que termine esta tortura? - Un poco. Gimo frustrada. - ¿Tengo entendido que tienes un hijo? – Sonrío al pensar en mi bebé. - Si, Noah. - ¿Cómo es tu relación con él? - ¿A qué se refiere con cómo es mi relación con él? ¿Creé que no lo quiero?¿Por qué me pregunta eso? - No quise que interpretaras eso. – Se sienta derecho y me levanto furiosa. -Creé que por tener una vida de mierda no puedo sentir amor? Pues déjeme decirle que mi hijo es mi vida, daría cualquier cosa por él y me ofende demasiado su pregunta. ¿Sabe qué? ,Me largo – Camino hacia la puerta y la abro de golpe. Will me mira preocupado y corre hacia mí. - ¿Qué pasó? - Me voy. Sabía que esto no era buena idea. – Lo hago a un lado y me voy a al ascensor. Will entra unos segundos antes de que las puertas se cierren. - ¿Me vas a decir qué pasó ahí? - No. - Está bien. – Bajamos en silencio y salimos del edificio. El camino a casa de Lex se hace realmente incómodo. Noah se quedó allí así que tenía que pasar a buscarlo. Ninguno dice nada y por un lado es mejor. Estoy segura de que si abro la boca solo diré cosas de las que luego me arrepentiré. Noah está jugando con Livy cuando entro en la sala de juegos. Me sorprende lo bien que se llevan ambos. Son maravillosos. - ¿Cómo les fue? – Pregunta Lex sonriente. Will desvía la mirada y yo gruño. - ¿Así de mal? - Peor. – Me agacho y tomo a mi hijo. – Me gustaría quedarme pero en este momento soy capaz de matar a alguien así que... - Te entiendo...tengo un episodio de esos todas las semanas desde que nacieron los gemelos. – Lex sonríe y me abraza. – Las dos estamos muy estresadas. ¿Qué te parece organizar una salida de chicas? Lo pienso un segundo solamente. - Si, por favor. – Mi mirada lo dice todo ya que Lex suelta una carcajada. - ¿Una salida de chicas? – Dice mi hermano desde la puerta. - Si. ¿Hay algún problema? – Pregunta mi queridísima cuñada mirándolo. - Claro que sí, ¿quién va a cuidar a los niños? – Abro mis ojos impactada por la pregunta. - ¿Qué quién va a cuidar a los niños? – Pregunto molesta. – Tú vas a cuidarlos grandísimo machista. Connor me mira y aprieta sus labios para evitar decir algo de lo que luego se arrepienta. - Tu mujer pasa todo el día cuidando a tus hijos, tus tres hijos. Ella los cambia, los alimenta, los baña y les da amor mientras que tú pasas todo el día detrás de un escritorio. - También estoy cansado. No puedo llegar a casa y hacerme cargo de los niños. – Refuta molesto. - Lo sé, casi ni saben quién es su padre. – Dice Lex. Todos nos quedamos en silencio.  - Lex... - Dice el idiota de mi hermano. - Tengo que atender a los gemelos. – Lex pasa a mi lado y sale de la habitación. - No puedo creer lo idiota que eres. – Le digo a Connor. - Yo... - Ni siquiera puedo verte la cara. Tarado. – Antes de irme le doy un empujón. Bajo con Noah en brazos a la sala donde Will está teniendo una entretenida conversación con nana. - Will, nos vamos. – Nana nos mira preocupada. - ¿Qué pasó? - No me corresponde decirlo, pregúntale a tu jefe. – Tomo a Will del brazo y lo arrastro hasta la puerta. - Alice ¿Qué pasó? - En casa te cuento. Subimos al coche y después de ajustar la sillita de Noah arrancamos. - No puedo creer lo machista que es. – Murmuro. - ¿Quién? - Mi hermano. - ¿Qué hizo ahora? - Lex pensó que una salida de chicas nos ayudaría a despejarnos un poco, los gemelos la están volviendo loca. - Y tu hermano no estuvo de acuerdo. - No, al señorito le preocupaba quién iba a cuidar a los bebés. - Él no los iba a cuidar supongo. - No, llega demasiado cansado del trabajo para cuidarlos. - Entonces Lex se enojó. - No, simplemente le dijo la verdad. Sus hijos apenas saben quién es. Will se calla unos segundos antes de suspirar. - Eso debió doler. - No creo que le haya dolido tanto como le duele a Lex lo indiferente que es con ellos. – Suspiro. – Creo que mi hermano se está convirtiendo en lo que más ha odiado. - ¿En qué? - En mi padre.  No sé porqué le dije eso pero sentí algo de alivio al decirlo. - Tu padre no los quería. - No. - Lo siento. - Está bien, está muerto ¿no? - Alice... - Déjalo. El resto del viaje lo hicimos en silencio. Cuando llegamos le di de comer a Noah y lo acosté. Will estaba preparando la cena así que aproveché para darme un buen baño pero como siempre mis planes nunca salen como espero. Después de quitarme la ropa mi celular comienza a sonar insistentemente y  no me queda de otra que atender. Miro el identificador y suspiro. - Julia. - ¡HOLA HOLA! - ¿Cómo vas? - Bien, te llamaba para avisarte que Phill y yo vamos a ir a una pequeña fiesta mañana y queríamos saber si Will y tú pueden acompañarnos. - No lo sé ¿Quién cuidaría a Noah? - Pues...Lex. - No, no es un buen momento para ella. - ¿Qué pasó? - Será mejor que hables con ella directamente. - Lo haré, después de cortar contigo. ¿Entonces qué te parece si mi madre lo cuida? - ¿Tu madre? - Si, estaría encantada. Sabes que me tiene con las pelotas llenas con los nietos. - Julia, tú no tienes pelotas. - Pues con mi madre, ¡¡COMO SI LAS TUVIERA!! - No se... - Vamos...nunca salen y ahora que las cosas con Phill están arregladas me gustaría celebrarlo con mis amigos. Y un poco de alcohol. - JA JA - ¿Entonces vienes? - Le voy a preguntar a Will pero supongo que sí. - ¡¡GENIAL!! – Escucho la risa de Phill al fondo. – Mañana te confirmo la hora. - Bueno, te dejo que estaba a mitad de un delicioso baño. - Ok ok. Besitos a mi príncipe. - Se los daré. Te quiero. Adiós. - Adiós. Me tiro en la cama y cierro los ojos. Lo que menos me apetece es salir con Julia. Será muy divertida pero las salidas de ella siempre terminan con una resaca de los mil demonios. - ¡Nena, la cena está lista! - Ufff. – Me levanto y me pongo la bata antes de bajar. Will está de espaldas colocando la mesa. - Julia nos invitó a una fiesta mañana. - ¿Si? - Si, le dije que te preguntaría. - ¿Tú quieres ir? - Quiero. - Entonces iremos. Nos hará bien divertirnos un poco.
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