Isis:
Luego de un tiempo dándome apoyo moral, decido salir de mi posada para dirigirme a reunirme con los demás en el jardín.
No mentiré, la imagen de ese beso no logro sacármela de la cabeza. Aún así intentaré disimularlo.
Me ubico en medio de Ingrid y Ada.
Volteo la mirada, llegan Daren y Talía; algo se traen estos dos. Más atrás venían las otras musas; Calíope me mira con una sonrisa afable.
Iba a comentarle a Ingrid lo que vi en la bola de cristal, pero no me dió tiempo, ya que una de las musas empezó a hablar.
La musa empezó diciendo que le parecía extraño que solo seis personas fueron al salón, ya que ayer parecían muy intrigados, también dijo que podíamos ir a visitarlas y ver a nuestros seres las veces que queramos.
Sí, claro y llevarme otra desilusión. Es increíble como mi madre primero me oculta algo tan importante como decirme que soy hija de alguno de los dioses del Olimpo, luego me traen a la fuerza sin derecho de protesta y por último resulta que la persona que creía que era el amor de mi vida me estaba engañando. ¡Claro! Con razón a mi mamá no le caía bien mi novio, las madres siempre saben.
Mi vida "perfecta" no era para nada perfecta.
Por estar pensando en eso, no le presté atención a lo demás que dijo la musa.
—Gracias a que lograron cumplir satisfactoriamente su misión. Mis hermanas y yo hemos decidido premiarlos a todos con una fiesta ésta noche— Habla Calíope —No los vamos a atarear con misiones hasta dentro de dos días, que tengan un lindo día.
Ingrid estaba muy emocionada por la fiesta. De camino a la posada se la pasó hablando de que nos íbamos a poner y de lo linda que nos veríamos las dos.
Todos estaban emocionados por la fiesta. Todos excepto Ada, lo cual no me sorprende.
Al llegar a la posada, Ingrid corrió al armario y sacó todos los vestidos cortos que habían. Ada se puso a leer el libro dorado que nos dieron al llegar.
—¿No irás a la fiesta Ada?— le pregunto y ella me niega con la cabeza mientras sigue leyendo el libro.
—No gastes aliento intentando hablar con esta aguafiestas— suelta Ingrid —¿Y como están tus seres queridos Isis?
—Pues... quisiera olvidar lo que ví y seguir con mi vida— le respondo intentando retener las lágrimas
—Si quieres llorar, hazlo— suelta Ada —yo te lo advertí, tú quisiste sentirte así.
—¿Alguien pudo quererte Ada?— le pregunto con mirada cansada.
—Lo dudo— responde Ingrid por ella.
De verdad no existe alguien más insensible que Ada. Hace un día pensé que podía necesitar cariño y el apoyo de alguna amiga, pero es difícil poder tenerle cariño a una persona como ella. Lo peor es que tiene razón.
Por otro lado, Ingrid es igual de necia como yo cuando se trata de hacer algo por alguien querido. Me intriga saber por qué no entró a saber algo de algún ser querido, no creo que no tenga a nadie; como ya dije, es un amor. Debe de tener muchas personas importantes para ella. Ahora que recuerdo también se veía muy nerviosa antes de las palabras de Ada, así que no creo que sea por tomar su advertencia.
—¡Lo encontré!— exclama Ingrid mientras trae hacia mi un vestido azul pastel —este vestido resaltará igual que tus ojos azu... ¿Isis tus ojos no eran azul puro?
—Son azul puro— aclaro.
—Pues yo los veo un poco más claros— alega Ingrid.
Me pasa un espejo de mano y efectivamente estaban más claros.
—Debe ser por luna llena— alego e Ingrid me mira preocupada —recuerdo haber leído que algunas personas se les aclaran y a otras le cambia el color.
—Deberías ir donde las musas— sugiere.
Mi alegación tampoco me convence a mi, así que me levanto de la cama y salgo de la posada para dirigirme donde las musas.
Llego al salón de las musas y veo a Daren salir. Pongo mis ojos en blanco al verlo y él se hace como el que no me vió. Idiota.
Al entrar, Calíope era la única presente. Se levanta rápidamente y me dice que recién había mandado alguien a buscarme porque necesitaban hablar algo conmigo.
Yo le informo lo de mis ojos; ella les da un vistazo rápido y me pide que me siente en uno de sus sofás. Honestamente yo no llamaría a esto "sofás", puedo apostar que una piedra es más suave que estos "sofás".
—Lo de tus ojos no es nada alarmante, mi hermana Urania es musa de las ciencias y me ha contado de eso— me aclara.
Yo sabía que tenía que ver con eso, pero aún así decidí preguntar porque todo aquí es raro.
—¿Sobre qué quería hablar conmigo?— pregunto intrigada.
—Verás Isis, estuvimos debatiendo mis hermanas y yo luego de observarte y pues llegamos a la conclusión de que tú puede que no seas una semidiosa— sentencia y yo quedé tipo: ¿QUÉ? —Los demás han hecho cosas que nos ayudaron a tener un tipo de idea acerca de quiénes son sus padr...
–Un momento...— le interrumpo —¿Y lo qué pasó con la bola de cristal?
—El cristal es muy débil— alega —lo presionaste demasiado fuerte y por eso pudo romperse.
—¿Me expulsará del Olimpo?, ¿A qué punto quiere llegar?— pregunto disgustada.
—Si, Isis, lo siento mucho— Dice esto último y me sopla en la cara.
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Abro mis ojos y lo primero que veo son unas estrellas en la pared que yo pegué a mis 9 años. ¿Estoy de vuelta en casa o todo fue un sueño?.
—Hola cariño.
¿Mamá?.